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HIMNO A SAN JOSÉ

HIMNO A SAN JOSÉ

Hoy a tus pies, ponemos nuestra vida; Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José! Escucha nuestra oración, Y por tu intercesión, Obtendremos, la paz del corazón; En Nazaret, junto a la Virgen Santa, En Nazaret ¡Glorioso San José! Cuidaste al niño Jesús, Pues por tu gran virtud, Fuiste digno custodio de la luz. Con sencillez humilde carpintero; Con sencillez ¡Glorioso San José! Hiciste bien tu labor, obrero del Señor, Ofreciendo, trabajo y oración. Tuviste fe, en Dios y su promesa; Tuviste fe, ¡Glorioso San José! Maestro de oración, alcanzarnos el don, De escuchar, y seguir la voz de Dios:

miércoles, 1 de mayo de 2019

LA ÚNICA APARICIÓN DE SAN JOSÉ RECONOCIDA POR LA IGLESIA


LA VIRGEN Y SAN JOSÉ EN COTIGNAC
ALFONSO BERTODANO

El 10 de agosto de 1519, un leñador llamado Jean de la Baume subió al monte Verdaille, que domina el pueblo de Cotignac. Como de costumbre, empezó su jornada de trabajo arrodillándose para rezar. Luego, al ponerse en pie se vio envuelto en una nube donde se le apareció la Virgen, con el Niño Jesús en sus brazos, y flanqueada por San Bernardo y San Miguel Arcángel. La Señora, con una media luna bajo sus pies, se dirigió a Jean de la Baume con las palabras transcritas arriba. Luego la visión desapareció.

Solamente después de una segunda aparición, al día siguiente y en el mismo lugar, el leñador se atrevió a transmitir el mensaje celeste. Como era hombre serio y con fama de piadoso, cinco semanas después, el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, los habitantes y ediles de Cotignac acudieron en procesión y comenzaron la construcción de una primera ermita, que pronto resultaría demasiado pequeña; como empezaron a suceder muchos milagros, las peregrinaciones tomaron un gran auge.


 Muy pronto - incluso desde 1522 - acudían peregrinaciones oficiales de ciudades como Aix-en-Provence para implorar la protección de la Virgen ante epidemias de la peste (Cotignac mismo nunca las sufrió) y otros peligros. Y Nuestra Señora de Gracias pronto adquirió fama de intercesora para las mujeres que tenían dificultades para concebir o para llevar a feliz término su embarazo. Siguiendo la descripción dada por Jean de la Baume, se pintó un precioso retrato de la Virgen con el Niño Jesús en brazos; se venera aquí todavía. Para atender a los peregrinos, en el siglo XVI se estableció aquí una comunidad de Padres Oratorianos.

El Rey Luis XIII de Francia se casó con Ana de Austria en 1615, siendo ambos adolescentes. Después de 22 años de matrimonio aún no tenían heredero para el trono. El 27 de octubre de 1637, un fraile parisino, Fray Fiacre, rezaba en el coro con sus comunidad, cuando tuvo una repentina revelación interior, confirmada luego por dos apariciones de la Virgen: la Reina debía pedir públicamente que se hicieran en su nombre tres novenas a la Santísima Virgen y le sería dado un hijo: la primera novena debía hacerse en Nuestra Señora de Gracias en Provenza; la segunda, en Nuestra Señora de París; y la tercera, en Nuestra Señora de las Victorias, la iglesia de su convento. Como Fray Fiacre no conocía Provenza, pidió algún medio que le permitiera identificar el santuario; la Virgen le mostró en una visión el retrato suyo con el Niño Jesús y le dio una descripción del santuario; otras personas que sí conocían la región pudieron confirmarle que se trataba de Cotignac y su venerada imagen.

Fray Fiacre fue enviado personalmente a Cotignac por el Rey para hacer la novena oficialmente. El 8 de noviembre de 1637, empezó las tres novenas de Misas en nombre de la Reina; terminó la última el día 5 de diciembre, exactamente nueve meses antes del nacimiento del que sería el futuro Rey Luis XIV de Francia.

Hacía tiempo que los reyes de España y Austria habían consagrado sus respectivas naciones a la Santísima Virgen. El Rey de Francia estaba indeciso al respecto. Cuando, a principios de febrero de 1638, la Reina Ana se dio cuenta de que esperaba un niño, al Rey le pareció que sería poco digno esperar a ver si esta vez prosperaba el embarazo, y se decidió ya a confiar todo a la Virgen. Así fue como, el 10 de febrero de 1638, Luis XIII realizó su solemne “Voeu” o Voto perpetuo de consagración de Francia a la Santísima Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, Voto que se sigue celebrando todos los años el 15 de agosto en Notre Dame de París y otras catedrales francesas. 

Nació el Delfín, que los padres hicieron bautizar con los nombres “Luis Diosdado” (dado por Dios). Cinco años después falleció Luis XIII y la Reina Ana fue Regente hasta la mayoría de edad de su hijo.

En 1660, el joven Rey Luis XIV acudiría él mismo a Cotignac, acompañado, de su madre, todavía Regente, para agradecer su nacimiento a Nuestra Señora de Gracias. Esta visita se hizo aprovechando un viaje importante: España y Francia se habían reconciliado por el Tratado de los Pirineos y, ahora, Luis XIV iba a buscar a su joven prometida, la Infanta María-Teresa. La comitiva francesa llegó a la frontera el 6 de junio, y regresó a Francia con la Infanta el día 7 (se casaron el día 9, en San Juan de Luz.).



La única aparición de San José
 reconocida por la Iglesia

Lejos de allí, el mismo día 7, Cotignac recibió otra visita celeste: El 7 de junio de 1660, un día de mucho calor, un joven pastor de Cotignac, Gaspard Ricard, conducía sus ovejas por la ladera este del monte Bessillon. Sediento, se tumbó para descansar en el suelo pedregoso. Se sorprendió de repente al ver cerca de él a un hombre de imponente estatura que señalaba hacia una roca y le decía: “léu siéu Joúsé; enlevo-lou e béuras"; o sea, “Yo soy José; levántala y beberás". Era una piedra grande, ocho hombres apenas podían moverla; ¿cómo iba él a levantarla? Gaspard no se movió, pero San José repitió la orden. 

El pastor obedeció, desplazó la roca, y encontró debajo agua fresca que empezó a manar. Bebió y, cuando se levantó, la aparición ya había desaparecido. Fue corriendo al pueblo a dar la noticia, y al llegar los curiosos al lugar, pudieron comprobar que fluía agua en abundancia en un sitio donde nunca había habido un manantial.

El pueblo y sus ediles actuaron de nuevo con prontitud. Una capillita en honor de San José se terminó de construir ya en octubre de 1660, pero debido a la afluencia de peregrinos y las curaciones milagrosas, se tuvo que ampliar. El actual Santuario de San José fue consagrado en 1663. Tras una visita en 1662, un oratoriano informaba que su comunidad estaba desbordada: entre Pascua y Pentecostés hubo 52 procesiones; y 6.000 personas acudieron en la Octava de Pentecostés. En la fiesta de San José, desde 1661 en adelante acudían verdaderas muchedumbres al Santuario del Santo. Ese mismo año, Luis XIV decretó fiesta no laborable el día 19 de marzo; se celebraba en todas las diócesis de Francia (cosa que los papas llevaban cuarenta años pidiendo). El Papa Alejandro VII concedió su bendición a la Cofradía de la Sagrada Familia o de Jesús-María-José, que se estableció allí.

Es la única aparición de San José reconocida en la historia de la Iglesia. Cotignac fue el principal centro mariano de peregrinaciones en Francia, hasta las Apariciones de Lourdes en 1858. Desde 1981, el Santuario de Notre Dame de Gráces está a cargo de los Hermanos de la Comunidad de San Juan. 

También hay un convento de Hermanas de San Juan (contemplativas), y un “foyer” o centro de retiros con un enfoque familiar, dotado de casitas independientes y algunas instalaciones deportivas. El santuario se ha convertido en un importante centro espiritual para la Diócesis de Fréjus-Toulón.

En el Santuario de St. Joseph se instaló en 1977 un monasterio de MM Benedictinas procedentes de Argelia. Todos los miércoles tras una Misa cantada (11h), tiene lugar una peregrinación, rezando el Rosario, por el camino (3 kms) hasta el Santuario de la Virgen. La familia es fundamental en las peregrinaciones temáticas de Cotignac. Siguen acudiendo a Nuestra Señora de Gracias los matrimonios que desean tener hijos.

En los últimos veinte años, ha surgido un apostolado nuevo relacionado con el drama del aborto: el 29 de septiembre y el 28 de diciembre tienen lugar Peregrinaciones por la Vida, donde se busca la reconciliación de las madres que han abortado. 

Así, Nuestra Señora de Gracias no sólo bendice y protege a las madres futuras, sino que acoge amorosamente a aquellas otras madres fallidas, que buscan la reconciliación con Dios tras haber despreciado alguna vez el don de la vida. 

Este apostolado se va extendiendo gracias a esas madres, que ayudan a establecer las Peregrinaciones por la Vida en otros santuarios marianos (Montligeon, en Normandía; Walsingham, en Inglaterra; en Brasil, etc.)

Alberto Royo Mejía,




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