NOVENA A SAN JOSÉ
San José, fiel padre
proveedor del Divino Niño, esposo virginal de la madre de Dios, protector
poderoso de la Santa Iglesia, venimos a ti para encomendarnos a tu protección
especial.
Nada buscaste en este mundo
sino la gloria de Dios y el bien del prójimo. Totalmente entregado al salvador,
tu felicidad consistía en orar, en trabajar, en sacrificarte, en sufrir, en
morir por El.
Fuiste un desconocido en
este mundo pero íntimo de Jesús. Su mirada reposaba confiadamente en tu vida
simple y oculta en El.
San José, has ayudado ya a
tantos hombres, que recurrimos a ti con entera confianza. Tú ves a la luz de
Dios nuestras necesidades, tú conoces nuestras preocupaciones, nuestras
dificultades, nuestras penas. Solicitamos a tu paternal amabilidad este asunto
particular… (Pedir la intención personal).
La ponemos entre tus manos
que protegieron al Niño Jesús, pero antes que nada pide para nosotros las
gracias de no separarnos nunca de Jesús por el pecado mortal, de conocerlo y de
amarlo cada vez más, así como a su Santa Madre, de vivir siempre en presencia
de Dios, de hacer todo en función de su gloria y el bien de las demás almas y
de lograr algún día ver a Dios para alabarlo eternamente contigo.
Así sea.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria
Esta
novena a San José es muy eficaz para hallar empleo (comprobado en numerosas
ocasiones). Se puede hacer la novena en cualquier momento del año, y ¡sería
sorprendente si al final de la misma, San José no le enviara un pequeño
contrato! Puede hacer la prueba varias veces.
Esta novena está sacada del
libro "Id a José"
Oración a San José para
pedir la gracia
de una buena muerte
San José, padre proveedor de
Nuestro Señor Jesucristo, padre rebosante de gracias, esposo de la
bienaventurada Virgen María. Tu vida fue completamente santa y justa y, por
ello, nada vino a perturbar, al final de tu existencia, tu anhelo celestial.
San José, patrón indicado de los moribundos, nos encomendamos a tí en nuestra
última hora terrenal.
Cuando nuestras almas abandonen este mundo, pide por nosotros, con la Virgen María, tu santa esposa y nuestra madre, la gracia de vuestro hijo divino, para que, llenos de una fe imperturbable, de una esperanza inalterable y de una caridad incandescente, podamos vencer las tentaciones del enemigo malo y depositar nuestra alma sosegada, entre las manos del Padre, después de haber recibido dignamente a Jesús en la santísima Hostia. Así sea.