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El Niño Dios a nacido en Belén

HIMNO A SAN JOSÉ

HIMNO A SAN JOSÉ

Hoy a tus pies, ponemos nuestra vida; Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José! Escucha nuestra oración, Y por tu intercesión, Obtendremos, la paz del corazón; En Nazaret, junto a la Virgen Santa, En Nazaret ¡Glorioso San José! Cuidaste al niño Jesús, Pues por tu gran virtud, Fuiste digno custodio de la luz. Con sencillez humilde carpintero; Con sencillez ¡Glorioso San José! Hiciste bien tu labor, obrero del Señor, Ofreciendo, trabajo y oración. Tuviste fe, en Dios y su promesa; Tuviste fe, ¡Glorioso San José! Maestro de oración, alcanzarnos el don, De escuchar, y seguir la voz de Dios:

ASÍ NACIÓ LA TRADICIÓN DEL PAN DE SAN ANTONIO



El Rector de la Basílica de San Antonio de Padua en Italia, P. Oliviero Svanera, explicó el origen del tradicional pan de San Antonio que se entrega en muchas partes del mundo cada 13 de junio, día en que la Iglesia celebra al gran santo.
 El P. Svanera señaló que “el pan de San Antonio es sinónimo de caridad. El nacimiento de esta tradición se remonta a uno de los milagros del santo que tuvo como protagonista a Tomasito, un niño de 20 meses que se ahogó en un pozo de agua”.
El Rector relató que “la madre desesperada invocó la ayuda del santo e hizo una promesa: si obtenía la gracia iba a darle a los pobres el mismo peso en pan que el peso del niño. Y el pequeño milagrosamente volvió a la vida”.
Este milagro, prosiguió el sacerdote, “dio origen a dos obras en fidelidad al espíritu de San Antonio: primero la Obra del Pan de los Pobres, la organización antoniana que en Padua se ocupa de llevar alimentos y enseres de primera necesidad y asistencia a las personas en dificultad”.
La segunda obra es la “Cáritas Antoniana Onlus, el ente caritativo de los frailes del santo que en 2016 ha sostenido 124 proyectos de desarrollo en 40 países del mundo, por un total de 2,6 millones de euros”.
El Rector resaltó además que la devoción “del ‘Santo de las Gentes’ es realmente universal tal vez porque él mismo quiso considerar todo el mundo como su casa. Era portugués de nacimiento, fue a Marruecos para llevar la fe, llegó a Sicilia tras un naufragio (…) se unió a los frailes de San Francisco que lo envió a Francia. Cuando volvió a Italia se instaló en Padua donde murió en 1231”.
“Se cuenta que hablaba una lengua compuesta por miles de acentos pero que era comprensible para todos. Y era cercano a todos: a los pobres, a las personas en dificultad, a los enfermos. En este ser hermano de todos también está su universalidad”, afirmó el P. Svanera.
El Rector del Santuario destacó el ejemplo del santo para vivir la humildad y la necesidad de vencer la “tentación del poder, la soberbia y, como diría el Papa Francisco, de la mundanidad”.

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