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SANTORAL LITÚRGICO

El Niño Dios a nacido en Belén

HIMNO A SAN JOSÉ

HIMNO A SAN JOSÉ

Hoy a tus pies, ponemos nuestra vida; Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José! Escucha nuestra oración, Y por tu intercesión, Obtendremos, la paz del corazón; En Nazaret, junto a la Virgen Santa, En Nazaret ¡Glorioso San José! Cuidaste al niño Jesús, Pues por tu gran virtud, Fuiste digno custodio de la luz. Con sencillez humilde carpintero; Con sencillez ¡Glorioso San José! Hiciste bien tu labor, obrero del Señor, Ofreciendo, trabajo y oración. Tuviste fe, en Dios y su promesa; Tuviste fe, ¡Glorioso San José! Maestro de oración, alcanzarnos el don, De escuchar, y seguir la voz de Dios:

lunes, 20 de enero de 2020

SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ (VERSIÓN CORTA)




LOS SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ

Hay una maravillosa tradición cuyo origen se remonta al siglo XVI que consiste en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José, a acudir con especial detenimiento al Esposo de María Virgen, para expresarle cariño y pedirle mercedes.

Se suelen «contemplar» o considerar, los principales misterios acontecidos a los largo de su vida en la tierra entretejidos de gozos y dolores, en los que se refleja de algún modo toda vida humana, la nuestra, y en la que encontramos luz, serenidad, fortaleza, sentido sobrenatural, amor a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo y a la Santísima Virgen.

Toda la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Él es al pie de la letra “el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia” (Lc 12, 42). Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera para con su Fundador y Madre.

En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar esa veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos.

Versión Corta:

Por la señal, de la Santa Cruz…

Ofrecimiento
Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén.

PRIMER DOMINGO

El dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa.

La alegría: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la encarnación.

Oh castísimo esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de tu corazón en la perplejidad en que estabas sin saber si debías abandonar o no a tu esposa sin mancilla! Pero ¡cuál no fue también tu alegría cuando el ángel te reveló el gran misterio de la Encarnación!

Por este dolor y este gozo, acompáñanos siempre, ¡ayúdanos!, en nuestras grandes o pequeñas noches oscuras del alma, cuando no entendamos los designios de Dios o no sepamos descubrir su amabilísima Voluntad en los sucesos de cada día. Ayúdanos a ser humildes, a permanecer en oración, hasta de noche, en sueños, para que -fieles- alcancemos la gracia de la perseverancia final. Que agradezcamos al Señor cada instante de nuestra existencia, seguros de que pase lo que pase siempre aguarda una tarea importante que cumplir en la obra de la Redención.

V: San José, Padre y Señor,
R: ruega por nosotros.
Padrenuestro, Ave y Gloria.

SEGUNDO DOMINGO

El dolor: al ver nacer el niño Jesús en la pobreza.

La alegría: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche.

Oh bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis viendo nacer al niño Jesús en tan gran pobreza se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.

Por este gran dolor, ayúdanos a desprendernos de todas las cosas de la tierra, convencidos de que solo Dios basta. Haz que sepamos seguir a Jesús desde Belén al Calvario, con el sentido sobrenatural y el garbo humano con que tú supiste llevar, con Jesús y María, la cruz que el Señor dispuso para ti.

Te pedimos también, por el inmenso gozo que tuviste al ver a Jesús recién nacido, mientras escuchabas el canto de los Ángeles en el cielo, proclamando la gloria de Dios y la paz para los hombres de buena voluntad: ¡Bendice a todos los hijos de la Iglesia de Dios y atiende especialmente a los más necesitados!

V: ¡Jesús, José y María,
R: os doy el corazón y el alma mía!
Padrenuestro, Ave y Gloria.

TERCER DOMINGO

El dolor: cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión.

La alegría: dada con el nombre de Jesús.

Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José: la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón; pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó y llenó de alegría.

Por este dolor y este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos, con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

CUARTO DOMINGO

El dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María.

La alegría: la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas.

Oh Santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José; aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María os causó dolor mortal, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.

Por este dolor y por este gozo conseguidnos ser del número de los que, por los méritos de Jesús y la intercesión de la bienaventurada Virgen María, han de resucitar gloriosamente.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

QUINTO DOMINGO

El dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto.

La alegría: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto.

Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto!, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con Vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de Egipto.

Por este dolor y este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


SEXTO DOMINGO

El dolor: a regresar a su Nazaret por el miedo a Arquelao.

La alegría: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel.

Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos; aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el ángel, vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.

Por este dolor y este gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, poseer la paz de conciencia, vivir seguros con Jesús y María y morir también asistidos por ellos.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

SÉPTIMO DOMINGO

El dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días.

La alegría: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.

Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que, lleno de gozo, le hallasteis en el templo, en medio de los doctores.

Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que jamás nos suceda perder a Jesús por algún pecado grave. Mas, si por desgracia le perdiéramos, haced que le busquemos con tal dolor que no hallemos sosiego hasta encontrarle benigno sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.

Padrenuestro, Ave y Gloria.



miércoles, 15 de enero de 2020

LOS SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ




LOS SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ

Se rezan durante siete domingos consecutivos. Es conveniente comulgar cada domingo o por lo menos en el último. Para ganar las indulgencias que les están concedidas no se requiere fórmula especial.

El Papa Gregorio XVI fomentó la devoción de los siete domingos concediéndole muchas indulgencias; pero S. S. Pío IX les dio actualidad perenne no sólo con las indulgencias plenarias aplicables a los fíeles difuntos, sino con la manifestación de su deseo de que se acudiera a San José por medio de ellos, para aliviar la entonces aflictivo situación de la Iglesia universal. La devoción de los siete domingos ha obrado estupendos milagros en favor de quienes la practican. En materia de vocación dejan en el alma una paz singular y encienden una luz que disipa toda duda.

Por la señal, etc.

PRIMER DOMINGO

Consideración sobre el 1er. dolor y gozo:

1. Dudas de San José

2. Gozo en la Manifestación del Misterio

1. En la plenitud de los tiempos realizó Dios el inefable misterio de la Encarnación de su Verbo divino. El prodigio se obró en el seno purísimo de María, Esposa de José; pero sin tener conocimiento de ello el Santo Patriarca. Este prodigio, como era natural, causó una grande turbación en el corazón de San José, quien conocía la pureza, la inocencia y el candor de su Santísima Esposa. El hecho fue para el corazón de San José desconcertante.

Para librarla de aquella situación embarazosa deliberó sobre la conveniencia de abandonar a su divina Esposa, dejando todo en manos de la Divina Providencia. El peso que sintió sobre sus hombros fue enorme y solamente su confianza, pudo sostenerlo.

2. Esta confianza en la Providencia lo hizo entregarse plácidamente al sueño, sin mayor turbación. Entonces el ángel del Señor se le apareció y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que se ha engendrado en su seno es obra del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús; pues El salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1,20-21)

No hay palabra humana para describir la alegría inmensa que inundó el corazón de San José al serle revelado este misterio tan añorado por el pueblo de Dios. Entonces San José deslió su alma en una plegaria humilde, fervorosa y llena de agradecimiento.

Se hace la petición.

ORACIÓN

Oh glorioso Patriarca San José no permitas que la turbación me aniquile, o que el dolor me triture. Para evitar este agobio te suplico me hagas ver siempre la Providencia de Dios en todos los acontecimientos de mi vida a fin de que los acepte siempre con alegría de hijo agradecido. Así sea.


SEGUNDO DOMINGO

Consideraciones sobre el 2do. Dolor y gozo:

1. Pobreza del Nacimiento de Jesús.

2. Transformación de la Gruta

1. José acompañado de María fue a empadronarse a Belén, su tierra natal, para cumplir el decreto de César Augusto. Encontrándose ya en este lugar, María, que estaba encinta, vio llegársele la hora de dar a luz.

En estas circunstancias buscó José un albergue; pero todo empeño fue inútil ya que aparte de ser pobres, todos los sitios de descanso estaban ya ocupados. Se vio entonces obligado José a disponer para el nacimiento del Hijo de Dios, un establo abandonado, gruta que servía de refugio contra la intemperie a los animales.

En esta forma San José experimentó un profundo dolor al ver que el Señor de los cielos descendía tan bajo; al contemplar que el que se sienta en un trono de gloria, yacía reclinado en un pesebre y que sufría los rigores de la estación y experimentaba el frío y derramaba lágrimas, el que es la alegría de los cielos.

2. Pero un dolor tan agudo sirvió de molde a la inmensa alegría. Grande, en efecto, fue el gozo que sintió San José al ver con sus propios ojos al Hijo de Dios hecho hombre. Los ángeles bajaron del cielo posando sobre luminosas estrellas y cantando en la gruta: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

Los inocentes y piadosos pastores llegaron a adorar al Hijo de Dios, reconociéndolo como su divino Salvador. Los Reyes Magos, guiados por una estrella, llegaron del lejano oriente para adorar a Jesús como Dios y rendirle vasallaje como a Rey. ¡Cuánto gozo para el corazón paternal del Señor San José!

Se hace la Petición

ORACIÓN

¡Oh Padre mío, San José! al verte postrado ante Jesús, te reconozco como el Primer adorador del Verbo hecho carne. Comunícame tu espíritu de fe, a fin de que la humildad del Sagrario no mengüe mi firme creencia en la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar; sino que, por el contrario, al palpar su anonadamiento, avive más mi amor hacia tan adorable misterio. Así sea.


TERCER DOMINGO

Consideraciones sobre el 3er. dolor y gozo:

1. Circuncisión del divino Niño.

2. Imposición del Nombre de Jesús.

1. La Circuncisión de Jesús fue una humillación y un dolor que se reflejó hondamente en el corazón de San José. Esta ceremonia suponía el pecado y al realizarse en Jesús parecía destruirse la santidad de la misma inocencia. Esto ocasionó a San José una gran pena, pues sabía que el Hijo de Dios era impecable.

Sin embargo, mayor fue su dolor al desgarrar las carnes tiernas y rosadas del divino Niño. El humilde Cordero dejo escapar un vagido y la sangre que brotó de su carne benditísima fue a mezclarse con las lágrimas que rebosaron de sus pupilas. Y el mayor calvario de San José estribó en que fue él mismo el instrumento de dolor, elegido por el Eterno Padre para este rito de la Circuncisión.

2. Pero si el dolor de San José ante la sangre derramada de Jesús fue grande, mayor, sin duda, fue su gozo al imponer el nombre de Jesús. Al pronunciar por vez primera este nombre los ángeles se postraron reverentes para adorarle; el demonio se vio constreñido a doblar la rodilla y todos los siglos se inclinaron ante la presencia de Jesús.

En ese momento una luz del futuro iluminó a San José para que contemplara el triunfo glorioso de este santo nombre que sería Iris de paz, hoguera de amor, promesa de perdón, anuncio de felicidad y bálsamo que curaría todos los males.

En esta forma comprendió San José que la sangre de Dios, que por su mano se había derramado, era el precio de nuestra salvación.

Se hace la petición

ORACIÓN

¡Oh grande y poderoso abogado de mi alma! Hazme, comprender por este dolor y gozo que si muchas veces parece que te complaces en mis dolores y sacrificios, no es porque sientas gozo en mis penalidades, sino porque sabes que por medio de ellas tengo oportunidad de hacer méritos para el cielo e imitar así mejor a tu divino Jesús para la salvación de mis hermanos. Así sea.



CUARTO DOMINGO

Consideraciones sobre el 4o. dolor y gozo

1. Profecía luctuosa de Simeón.

2. Gozo en el misterio que encierra.

1. La piedad de María y José fue singular. A los cuarenta días del nacimiento de Jesús lo llevan al Templo de Jerusalén para ofrecerlo al Eterno Padre. Es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo y que viene a ofrecerse como holocausto en el Altar del Templo. En ese momento el anciano Simeón, conducido por el Espíritu Santo, reconoció en aquel Niño al Salvador del Mundo. Lleno de gozo lo tomó entre sus brazos y después con voz temblorosa dijo a la Madre: "Mira, este niño que ves está destinado para ruina y resurrección de muchos en Israel y como signo de contradicción. Lo que será para ti misma una espada que atravesará tu alma". (Lc. 2,34).

Esta espada que hirió el corazón de María desgarró también el corazón de San José. Y si como esposo sufrió la pena de María, como Padre soportó también la pena de Jesús que sería centro de contradicción, objeto de persecución y víctima destinada al patíbulo infamante.

2. Pero a este lacerante dolor sucedió la más pura alegría. Un gran número de los hombres se salvará por la sangre derramada por el Cordero sin mancha. En el Arbol de la Cruz madurarán los frutos de la gracia, los dolores de María serán rocío fecundo para la floración de la Santidad.

Con estas consideraciones se llenó de gozo el corazón de San José, sobre todo al contemplar la glorificación de los dolores de Jesús y de María. ¡Qué satisfacción tan grande ante los triunfos de la Esposa y del Hijo!

Se hace la petición

ORACIÓN

¡Oh gloriosísimo Protector de mi alma, te suplico encarecidamente que me hagas comprender la necesidad de tomar mi cruz y seguir tras las pisadas sangrantes del divino Redentor. Haz que muera al amor propio y a toda vanidad de la tierra, para que también logre ser, por mi espíritu de mortificación y sacrificio, la resurrección y salvación de muchos. Así sea.



QUINTO DOMINGO

Consideraciones sobre el 5o. dolor y gozo:

1. Huida a Egipto.

2. Frutos de la presencia de Jesús.

1. De pronto el Arcángel San Gabriel apareció en sueños a San José y le dijo: "Levántate, toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate allí hasta que yo te avise. Porque Herodes ha de buscar al Niño para matarle" (Mt.2,13)

¡Qué puñalada para el corazón de San José. El Mesías prometido había llegado al mundo para dar la vida a los hombres y éstos le buscan ya para darle muerte! No se trataba de un viaje, sino de una precipitada huida.

¡Dejar la Patria y lanzarse hacia un país idólatra y adverso al pueblo judío!, ¡Huir no él solo, sino en compañía de su esposa delicada y de Jesús tierno y débil! Y el viaje se hizo más doloroso por el temor de ser alcanzado por los esbirros del cruel Herodes.

2. Grande fue sin embargo el gozo de San José en medio de sus penas. El cielo le había ordenado huir a Egipto; pero le concedía la gracia de hacerlo con Jesús y María, cosa que significaba el destierro en su Patria. Y en el Paraíso ¿No había de estar agradecido al Padre por valerse de él, instrumento débil, para salvar de la muerte al Mesías prometido?

Además estaba seguro de que las lágrimas de Jesús y las privaciones de María fecundarían aquellas tierras de paganos para convertirlas en un Paraíso de Virtud y Santidad.

Se hace la Petición

ORACIÓN

¡Oh queridísimo Padre mío, San José! humildemente postrado ante tu Imagen, te suplico me guardes paternalmente bajo los pliegues de tu manto a fin de que me vea libre de las acechanzas de los enemigos de mi eterna salvación.

Alcánzame del cielo la gracia de no perder jamás la amistad de Jesús y de María, para que mi destierro en este valle de lágrimas se convierta en un Paraíso anticipado. Así sea.



SEXTO DOMINGO

Consideraciones sobre el 6o. dolor y gozo:

1. Temor por el Reinado de Arquelao.

2. Gozos por el Retorno a Nazaret.

1. El aviso del ángel para emprender el viaje de regreso a la Patria bien amada fue un motivo de dolor para el corazón de San José, no solamente por lo pesado del viaje y la delicadeza de Jesús y de María, sino principalmente por que tenía conocimiento de que en la Judea reinaba Arquelao, hijo del Rey Herodes, y tan cruel como su Padre, entonces le asaltó un fuerte temor. ¿No querrá el tirano vengar en Jesús la desilusión sufrida por Herodes su Padre?. Todo era de temerse de la perfidia y crueldad de este soberano.

2. Sin embargo, la voz del ángel vino a calmar los temores de San José, infundiéndole una ¡limitada confianza en la Providencia del Padre. Ha de retirarse a la tierra de Galilea y ha de morar en la tranquila ciudad de Nazaret. ¡Qué gozo de cielo no siente el Santo Patriarca al tornar a su modesta casita!, ¡Qué grata compañía tendrá en Jesús y María al pasar el resto de sus días con ellos en la tranquilidad del hogar!

Se hace la petición

ORACIÓN

¡Oh bondadosísimo Señor San José! quiero recordarte que al nombrarme Jesús hermano suyo, también comparte conmigo a un buen Padre como lo fuiste para tu divino Jesús. Líbrame de mis enemigos, consuélame en mis penas, sé mi fortaleza en mis debilidades y protégeme solícitamente sobre todo en el último instante de mi vida. Así sea.



SEPTIMO DOMÍNGO

Consideraciones para el 7o. dolor y gozo:

1. Dolor por la pérdida de Jesús en el Templo.

2. Gozo en su hallazgo.

1. Jesús, al cumplir la edad de doce años subió con María y José al Templo de Jerusalén para adorar al Padre en su Santuario en el día solemne de la Pascua. Terminadas las ceremonias y sin darse cuenta sus padres, quedó Jesús en Jerusalén. San José pensó entonces que Jesús estaba con María en el grupo de las mujeres y María creyó que se encontraba con José en el grupo de los hombres.

En el primer descanso de los grupos, los Santos Esposos se dieron cuenta de la ausencia de Jesús. ¡Oh cuán grande fue la angustiarte estos amantes corazones! Llenos de dolor y desolación lo buscaron inútilmente entre amigos y parientes. A todos preguntaban; mas las respuestas eran siempre negativas. Las noches las pasaban en la oración y los días en alarmante búsqueda. ¡Qué triste y qué hondo dolor se daba en el corazón de María y de José!.

2. Con los ojos llenos de lágrimas y al cumplirse el tercer día, María y José se dirigieron finalmente al templo de Jerusalén y al pasar por la amplia sala donde los doctores de la Ley explicaban las Escrituras, percibieron una suave voz; era la de Jesús. Penetraron a la sala y, en efecto, ahí lo vieron preguntando y contestando a los Maestros del Pueblo y siendo objeto de la admiración de los hombres.

María no pudo contenerse y después de complacerse en los misterios de Dios, le dijo: "Hijo, ¿por qué lo has hecho así con nosotros? Mira que tu padre y yo, llenos de dolor, te andábamos buscando". Y Él les respondió: ¿Cómo es que me buscabais?, ¿No sabéis que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre? (Le. 2,48) Y entre los brazos de ambos esposos regresó Jesús a Nazaret, causando profunda alegría al corazón de sus padres. Allí se corrió el velo del silencio y la Trinidad de la tierra se envolvió en la luz de la felicidad en su modesto hogar.

Se hace la petición

ORACIÓN

¡Oh glorioso Patriarca San José!, bien comprendo que tus grandes angustias y tus profundos dolores concurrieron maravillosamente para forjar la brillante corona que ostentas sobre tu frente. No quiero, bondadoso Padre mío, que ahuyentes de mí el dolor, sino que me des el espíritu de fe, de amor y de fortaleza para sobrellevar cristianamente las penalidades de esta vida y así hacer méritos para poder estar en tu compañía en el cielo por toda una eternidad dichosa. Así sea.



martes, 7 de enero de 2020

PODEROSA ORACIÓN PARA LA SALUD


PODEROSA ORACIÓN PARA LA SALUD

Amado San Pancracio;
Mártir de la fe católica;
Guerrero incansable de la hueste celestial:
Querido san Pantaleón;
Fiel seguidor de la santa palabra;
Protector de los de fuerzas caída.

Oh amado Santo Padre;
Creador de todo lo que veo en mi entorno;
A ustedes tres imploro con desesperación
Para que me devuelvan el estado de salud
Que yo he gozado toda mi vida.

No soy más que un fiel cordero de la palabra
Que sigue los designios que se me han inculcado.

Ustedes con su infinita gracia sé que oirán
Y podré yo vadear este muro que
Se me levanta.
Amén.

miércoles, 17 de julio de 2019

ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA PEDIR UN TRABAJO


 ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA PEDIR UN TRABAJO

La oración potente a San José para pedir por un trabajo en emergencia, es una oración que realizamos a san José y nos dé su gran bendición y nos cubra con su mano amorosa para que podamos tener suerte y fe en conseguir un trabajo, ya que en tiempos de necesidades es difícil obtener uno, con esta oración devota que pedimos a San José y con la intercesión de nuestro Dios y creador y el Señor Jesucristo seremos capaces de caminar glorificados y con mucha bendición de que podremos enseñar nuestra capacidad de empleo para que podamos surtir alimento y comodidades a nuestra familia que tanto socorro necesita nuestro.

A CONTINUACIÓN, TE ENSEÑARÉ LA ORACIÓN 
A SAN JOSÉ PARA PEDIR TRABAJO.
¡Oh querido San José! mi bendito escolta y único guardián, el más juicioso y bondadoso hombre con un corazón tan noble y un alma armónica y gloriosa llena de afecto, acudo ya en mi agobio a ti para pedir tu auxilio, pon tus amorosos manos en mí crítico problema laboral y solicita al Dios creador que con su bondad inagotable esparza su espíritu santo encima de mí y que por su majestuosa disposición me salve y de solución a tan desesperada situación.

San José, Jefe y dirigente de la sagrada familia, el más confiado y obediente hacia la voluntad de Dios, con una fidelidad intachable como esposo y el más honorario padre adoptivo, que con el sudor y rasguños de tus manos diste alimento a tu familia, por el profundo amor que guardaste en el Divino Niño y la Virgen María, te imploro para que utilices tu poder interceptor y estés presente en mis complicados problemas y me liberes de esta desesperación que me pisotea, pide por mí para que las puertas me sean abiertas y consiga urgentemente el empleo o negocio propio para que me dé sustento que me ayude a salir de tan grave complicación.

Un empleo digno, honorable, estable y bien pagado con el que sea capaz de hacerme cargo de los gastos de mi aposento un trabajo en el que emplee y desarrolle mis habilidades, que me ayude a explorar y experimentar, para aumentar mi voluntad como ser humano y me permita seguir teniendo conexión con mi Dios todopoderoso.

Tú, que lo inalcanzable lo pones en el asfalto para nosotros
Tú, que sabes de mis requerimientos corporales, espirituales y materiales auxiliame para que seas tú quien me ayude a salir de estos malos ratos de tu despensa de medidas para los problemas dame un poco de aquello que necesito para resolver todo lo que acongoja a mi familia, haz que prontamente mis motivaciones y esfuerzos por querer seguir adelante se vean premiados con un trabajo que tenga la capacidad de traerme riquezas abundantes y prosperidad continua.

Oh, mi querido San José, no me defraudes, comunícate con Dios para que logre conseguir lo que con sencillez y con mucha fe de todo corazón pido:
(Mencionar con mucha voluntad lo que se quiere obtener).

San José alabado y querido pastor mío, Tú, que eres quien reparte las dichas del Rey de Reyes déjame aprender de ti, a amar, adorar, alabar y ser fiel servidor de nuestro Dios creador, hijo Salvador y Espíritu Santo glorificador e intercesión de la Santísima madre Virgen María, de tal forma que tú, con tu devota entrega, lograste hacerlo; protégeme, resguárdame, ayúdame, cuídame, y haz descender de los Cielos lo que tan urgentemente necesito; dame fuerza ante tanta hambruna y decadencia, dame cuidado y silencio para salir exitoso de las desesperanzas y complicaciones de mi vida, y, antes que nada, bríndame tu infinita seguridad, con la finalidad de que, motivado por ti y dispuesto a seguir tus pasos, sea capaz de vivir armónicamente y en caridad con las demás personas, para así lograr alcanzar la perpetua alegría que sólo la patria celestial sabe dar. Por Jesús, mi Señor y Salvador. Así sea.
Rezar Padrenuestros, Glorias y Avemarías tres veces cada uno.
Realizar la oración y los rezos por tres días consecutivos.


miércoles, 19 de junio de 2019

OTRA HISTORIA DE LA CAPA DE SAN JOSÉ




LA CAPA DE SAN JOSÉ

El padre fray Antonio José de Pastrana, definidor que fué en Lima de la orden de predicadores, refiere en su curioso cronicón Vida y excelencias de San José—(impreso en Madrid por los años de 1696) que en el Monasterio de las Descalzas conservaban las monjas, entre otras reliquias, nada menos que la capa de San José, olvidando el cronista consignar si era la capa que usaba el patriarca en los días de manejar escoplo y martillo, ó la capa dominguera y de gala.

De suyo se adivina que la bendita prenda fué muy milagrera y que hizo caldo gordo a conventuales y capellán, con las limosnas y regalos de los agradecidos creyentes. Ya tendría para rato si me echara á hablar de los cólicos misereres, zaratanes, tabardillos y pulmonías curados sin auxilio de médico ni jaropes de botica. Recuerdo, entre otros milagros sustanciosos y morrocotudos relatados por el padre Pastrana, el que se realizó con una honrada paisana mía que anhelaba tener fruto de bendición, y á la que bastó para alcanzar redondez de vientre poner sobre éste la capa del santísimo carpintero.

No he cuidado de informarme, que así soy yo de desidioso, si todavía se conserva la capa en el monasterio; si bien tengo para mi que, de tanto traída y llevada, desde hace más de dos siglos, estará ya convertida en hilachas. Lo que á mí me ha interesado averiguar es el cómo y por qué vino á Lima la capa patriarcal.

Dicen que por los años de 1640 hubo en mi tierra una cuadrilla de ladrones que ejercitaban su industria asaltando los monasterios de monjas donde era fama que, amagados como vivíamos por piratas ingleses y holandeses, depositaban muchas familias alhajas valiosas y hasta saquitos repletos de onzas de oro. Alabo la confianza.

Las Descalzas, cuyo monasterio databa desde 1603, no pudieron dejar de ser también amenazadas de asalto, y por turno riguroso cumplía á una monja la vigilancia nocturna del claustro.

Cierta noche en que, farolillo en mano, desempeñaba sus funciones de vigilancia una monjita de almidonada y limpia toca sobre rostro de ángel, creyó ver un bulto que se recataba tras de una pilastra, y alarmada dió la voz de:—¿Quién está ahí?...

—No se asuste, madrecita. Soy yo, San José, que, como patrón de este convento, vengo á acompañarla en la ronda.

La monjita era de hígados, y á la vez que jesuseando daba voces de alarma, se abalanzó sobre el oficioso; pero éste se evaporó dejándola la capa entre las manos.

Las conventuales todas se pusieron en movimiento para descubrir por dónde habría podido escapar el misterioso rondador, y todas convinieron, á la postre, en que el tal no podría ser persona humana, sino celeste.

Desde ese día entró la capa en la categoría de reliquia, y principió á menudear milagros.

miércoles, 15 de mayo de 2019

PIADOSAS SÚPLICAS A SAN JOSÉ





PIADOSAS SÚPLICAS A SAN JOSÉ 

Piadosas súplicas a San José, para anular particulares ritos de magia negra, anular las misas negras hechas contra nosotros, todas las maldiciones pasadas, presentes y futuras, acortar la salida del demonio de las personas que están tentadas, y protegernos contra todas las mentiras y manipulaciones de todos los demonios de este mundo, contra nosotros, nuestra familia y la  Iglesia de Jesucristo.

(Hacer aquí la petición personal)

(Repetir varias veces y durante varios días).

 

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del  Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


1.- San José, ruega a Jesús que venga a mi alma y la santifique. R. Que así sea.

2.- San José, ruega a Jesús que venga a mi corazón y lo inflame de caridad.   R. Que así sea.

3.- San José, ruega a Jesús que venga a mi inteligencia y la ilumine. R. Que así sea.

4.- San José, ruega a Jesús que venga a mi voluntad y la fortalezca. R. Que así sea. 

5.- San José, ruega a Jesús que venga a mis pensamientos y los purifique. R. Que así sea.

6.- San José, ruega a Jesús que llegue a mis afectos y los regule. R. Que así sea.


7.- San José, ruega a Jesús que venga a mis deseos y los dirija. R. Que así sea.

8.- San José, ruega a Jesús que venga en mis operaciones y las bendiga. R. Que así sea.

9.- San José, obténgame para mí de Jesús, su santo amor. R. Que así sea.

10.- San José, obténgame para mí de Jesús, la imitación de sus virtudes. R. Que así sea.

11.- San José, obténgame para mí de Jesús, la verdadera humildad del espíritu. R. Que así sea.

12.- San José, obténgame para mí de Jesús, la mansedumbre del corazón. R. Que así sea.


13.- San José, obténgame para mí de Jesús, la paz del alma. R. Que así sea.

14.- San José, obténgame para mí de Jesús, el deseo de perfección. R. Que así sea.

15.- San José, obténgame para mí de Jesús, dulzura de carácter. R. Que así sea. 

16.- San José, obténgame para mí de Jesús, un corazón puro y amoroso. R. Que así sea. 

17.- San José, obténgame para mí de Jesús, el amor del sufrimiento. R. Que así sea. 

18.- San José, obténgame para mí de Jesús, la sabiduría de las verdades eternas. R. Que así sea.


19.- San José, obténgame para mí de Jesús, perseverancia en hacer el bien. R. Que así sea.

20.- San José, obténgame para mí de Jesús, la fortaleza para soportar las cruces. R. Que así sea.

21.- San José, obténgame para mí de Jesús, el desapego de los bienes de la tierra. R. Que así sea.

22.- San José, obténgame para mí de Jesús, a caminar por la senda estrecha del cielo. R. Que así sea.

23.- San José, obténgame para mí de Jesús, a estar libre de todas las ocasiones de pecado. R. Que así sea.

24.- San José, obténgame para mí de Jesús, un santo deseo del Paraíso. R. Que así sea.


25.- San José, obténgame para mí de Jesús, la perseverancia final. R. Que así sea.

26. San José, haz que mi corazón no se detenga nunca de amarte y mi lengua para alabarte. R. Que así sea.

27.- San José, por el amor que trajiste a Jesús, ayúdame a amarlo. R. Que así sea.

28.- San José, dígnate a recibirme, como tu fiel devoto. R. Que así sea.

29.- San José, Me entrego a ti: acéptame y ayúdame. R. Que así sea.

30.- San José, No me abandones en la hora de mi muerte.  R. Que así sea.


- Jesús, María y José, os doy mi corazón y el alma mía. 

- Jesús, María y José, asistidme en mi última agonía. 

- Jesús, María y José, con Vos descanse en paz el alma mía. 

3 Gloria al Padre.... En  honor a la Santísima Trinidad. Amén.

 Todos: San José, protector nuestro y de la Sagrada Familia, ruega por nosotros, por nuestras familias, y por los agonizantes en este día.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


(Del libro de Don Pasqualino Fusco - "Las oraciones de Liberación del maligno").