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SANTORAL LITÚRGICO

El Niño Dios a nacido en Belén

HIMNO A SAN JOSÉ

HIMNO A SAN JOSÉ

Hoy a tus pies, ponemos nuestra vida; Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José! Escucha nuestra oración, Y por tu intercesión, Obtendremos, la paz del corazón; En Nazaret, junto a la Virgen Santa, En Nazaret ¡Glorioso San José! Cuidaste al niño Jesús, Pues por tu gran virtud, Fuiste digno custodio de la luz. Con sencillez humilde carpintero; Con sencillez ¡Glorioso San José! Hiciste bien tu labor, obrero del Señor, Ofreciendo, trabajo y oración. Tuviste fe, en Dios y su promesa; Tuviste fe, ¡Glorioso San José! Maestro de oración, alcanzarnos el don, De escuchar, y seguir la voz de Dios:

lunes, 20 de enero de 2020

DEVOCIÓN DE LOS SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ




DEVOCIÓN DE LOS SIETE DOMINGOS A SAN 

JOSÉ - VERSIÓN LARGA

ACTOS DEL CRISTIANO AL LEVANTARSE

ORACIÓN

Oh Dios Omnipotente, en compañía del glorioso Patriarca San José quiero hacer los actos de fe, de esperanza y de caridad. Con esa luz que brilló sobre la frente del Santísimo Patriarca.

 Creo firmemente en Ti, Dios mío y en cuanto me has revelado por medio de la Santa Iglesia.

Espero que por mediación del Padre Nutricio de tu Hijo Unigénito me concederás las gracias que necesito para mi eterna salvación.

Te adoro y te amo con todo el corazón uniendo mis sentimientos a los de aquel Serafín en carne, el glorioso Patriarca San José, quien se entregó en cuerpo y alma a tu divino servicio.

Finalmente quiero cantarte mis himnos de gratitud por haberme conservado este nuevo día que dedicaré fervoroso a tu santa esclavitud, devoción y culto de San José, tu santo predilecto. Así sea.

ORACION A SAN JOSE

Oh benignísimo Padre mío Señor San José, al abrir los ojos a este nuevo día yo alabo y bendigo al Dios Omnipotente por haberte elegido desde toda la eternidad para ser dignísimo esposo de María y Padre Virginal de Jesús.

Por el amor que tienes a su bondad infinita, alcánzame del cielo, oh Santo mío, las gracias que necesito en este día para comportarme como un cristiano modelo, un hijo y devoto tuyo, a fin de que todos mis pasos se encaminen hacia la meta de la virtud y santidad. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.

AL ACOSTARSE

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios Omnipotente, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón.

Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh glorioso Patriarca San José!, antes de ir al lecho, te suplico que no te apartes de mí. En tus horas de reposo tuviste la dicha de conversar con los ángeles del cielo y de recibir la comunicación de los misterios de Dios.

Aleja de mí los malos sueños y haz que, aún dormido, siga amando más y más a mi Dios y a ti, dulcísimo Padre y Protector.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.

ORACIONES VARIAS PARA LAS HORAS DE PRUEBA Y DE SUFRIMIENTO.

¡Oh Benditísimo Padre mío Señor San José!, al meditar en tus innumerables angustias no puedo menos que reconfortar mi espíritu en medio de la prueba y del dolor.

En estas circunstancias aflictivas te suplico encarecidamente que me alcances del cielo la gracia de aceptar, si no con alegría al menos con resignación cristiana, este sufrimiento y esta pena que el Señor se ha dignado enviarme.

Hazme comprender que las tribulaciones de esta vida me ayudarán a purificar mi alma y a merecer un día, mediante la paciencia, la beatitud eterna. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V: Para alcanzar el cielo, Oh dulce Protector.
R: Sé mi eficaz modelo en la prueba y el dolor.

ORACIÓN PARA PEDIR UNA BUENA MUERTE

¡Oh benignísimo José, protector de los enfermos y patrón de la buena muerte! Por el valioso conducto de tus santas manos, quiero poner mi vida en las manos del Padre Celestial.

Acepta de buena gana las circunstancias y la hora de mi muerte y solamente pido la gracia de exhalar mi último suspiro dentro de la iglesia católica después de recibir los Santos Sacramentos.

Espero, Santísimo Patriarca, que para esa hora postrera te dignes estar cerca de mí, con Jesús y María, para consuelo de mi alma y para darme alientos en el último combate de mi vida. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V: Jesús, José y María
R: Os doy el corazón y el alma mía.

V: Jesús, José y María
R: Asistidme en mi última agonía.

V: Jesús, José y María
R: Con vos descanse en paz el alma mía.

ORACIÓN POR LOS AGONIZANTES.

¡Oh Eterno Padre!, por aquella dignación inmensa que tuviste con San José al hacer que muriera plácidamente en los brazos de Jesús y de María, concede a todos los cristianos moribundos, que se vean acompañados de San José, Patrono de los agonizantes, en los últimos momentos de su vida, para que, libres de la acechanzas del demonio y fortificados con los Santos Sacramentos, vayan a gozar de tu cielo por toda una eternidad dichosa. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

JACULATORIA:
V: En la postrera agonía cuando mi muerte llegara.
R: Tu patrocinio me ampare, el de Jesús y María.

ORACIÓN POR LA NIÑEZ.

Oh glorioso Patriarca San José, solícito guardián del divino Niño Jesús, por aquella amorosa vigilancia que tuviste en la conservación, educación y desarrollo del pequeño que te fue encomendado, te suplico ardientemente que libres a la niñez cristiana de los nuevos Herodes que quieren ahogarla en la sangre.

Coloca bajo tu manto paternal a todos los niños, a fin de que conserven su santa pureza, su inocencia y su candor. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V: Tenía Jesús cerca de treinta años
R: Cuando era tenido como hijo de José.

ORACIÓN A San José para después del Rosario
Compuesta y prescrita por Su Santidad León XIII

A ti recurrimos en nuestra tribulación, oh Bienaventurado José, y después de implorar el socorro de tu Santísima Esposa, pedimos también confiadamente tu patrocinio. Por el afecto que te unió con la inmaculada Virgen, Madre de Dios, y por el amor paternal con que trataste al Niño Jesús, te rogamos que nos auxilies para llegar a la posesión de la herencia que Jesucristo nos conquistó con su sangre y nos asistas con tu poder y nos socorras en nuestras necesidades.

Protege, oh prudentisimo guardián de la Sagrada Familia, a la raza elegida de Jesucristo; presérvanos, ¡oh Padre amantísimo!, de toda mancha de error y corrupción. Muéstranos propicio y asístenos desde lo alto del cielo, ¡oh poderosísimo Libertador nuestro! en la batalla que estamos librando contra el poder de las tinieblas y así como libraste al niño Jesús del peligro de la muerte, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad. Concédenos tu perpetua protección, a fin de que, animados por tu ejemplo y tu asistencia, podamos vivir santamente y sobre todo, piadosamente morir para alcanzar la eterna beatitud del cielo. Amén.

LETANIAS DEL SEÑOR SAN JOSE

1. Señor, ten piedad de nosotros.
2. Cristo, ten piedad de nosotros.
3. Señor, ten piedad de nosotros.

4. Cristo, óyenos.
5. Cristo, escúchanos.

6. Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
7. Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
8. Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
9. Trinidad Santa que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

10. Santa María, R: ruega por nosotros.
11. Señor San José, ruega por nosotros.
12. Insigne descendiente de David, ruega por nosotros.
13. Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.
14. Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
15. Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
16. Nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
17. Solícito defensor de Cristo, ruega por nosotros.
18. Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
19. José justísimo, ruega por nosotros.
20. José prudentisimo, ruega por nosotros.
21. José fortísimo, ruega por nosotros.
22. Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
23. Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
24. Modelo de los pobres, ruega por nosotros.
25. Honor de la vida doméstica, ruega por nosotros.
26. Custodio de las Vírgenes, ruega por nosotros.
27. Sostén de las familias, ruega por nosotros.
28. Consuelo de los atribulados, ruega por nosotros.
29. Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
30. Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.
31. Terror de los demonios, ruega por nosotros.
32. Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.

V. Le constituye señor de su casa
R. Y príncipe de toda su posesión

OREMOS

¡Oh Dios, que en tu inefable providencia te has dignado elegir al Señor San José, esposo de la santísima Madre de tu Hijo y padre putativo de Jesús! Concédenos, te suplicamos, que al que veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerlo por intercesor en los cielos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN PARA CADA MIERCOLES

Oh Padre mío, Señor San José, en este miércoles consagrado por tus devotos a tu culto, quiero manifestarte mi alegría por tu grandeza y mi confianza en tu poder.

Bendigo de corazón a la Santísima Trinidad por haberse dignado elegirte desde toda la eternidad como representante del Padre en la tierra, como custodio del verbo hecho carne y como esposo dignísimo de la Reina del cielo. Esta predestinación divina te elevó maravillosamente sobre todos los ángeles y santos del cielo y ella es la que infunde en mi corazón una confianza ilimitada.

Alcánzame del cielo la gracia santificante, el dolor de mis pecados y las cosas necesarias para mi conservación y mi sustento. Haz, oh santo mío, que crezca más y más mi cariño hacia ti ya que siéndote profundamente devoto, lograré un día, contemplarte en el cielo, en compañía de Jesús y de María. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. Dulce protector de la Iglesia Universal.
R. Bendice paternalmente a todos tus devotos.

ORACIÓN PARA EL DIA 19 DE CADA MES

Oh San José, Padre amantísimo de mi alma y dueño de mi corazón, en este día 19 consagrado a contemplar tu grandeza y tu poder, te miro con los ojos de la fe en el sitial de gloria en que quiso colocarte la Trinidad Beatísima.

Al verte tan lleno de luz y resplandor, me animo a sobrellevar con resignación mis sufrimientos, ya que veo que los tuyos te dieron tal recompensa. Hazme comprender, Santo mío, que tu exaltación sobre los ángeles y querubines se debió a tu profunda humildad y anonadamiento, a fin de que no busquen ni las glorias ni las vanidades del mundo.

Si te veo coronado como un Rey en el Palacio de la gloria, no sólo me admiro de tu poder, sino que también abro mi corazón a la confianza; porque sé que eres bueno y comprensivo con todos tus devotos.

Dirige, oh Padre mío, una mirada de predilección a la pobre alma, alcánzame del cielo tus santas virtudes, especialmente la humildad, la sencillez, la pureza y la caridad, a fin de que un día como amartelado devoto tuyo, pueda participar de tu gloria y bienaventuranza en el cielo. Así sea.

Padrenuestro, Ave María y Gloria.

V: Haz, oh José, que nuestra vida se vea libre del pecado y que siempre esté bajo tu patrocinio.

DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ

PRIMER DOLOR Y GOZO

¡Qué dolor tan grande experimentó tu corazón, oh Padre mío Señor San José, ante las dudas de abandonar a tu esposa encinta!

Pero qué gozo tan inmenso al comunicarte el Ángel el misterio del Verbo divino hecho carne.

Por este dolor y gozo te pedimos nos des firmeza en la fe y gran amor a tu divina Esposa.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.

SEGUNDO DOLOR Y GOZO

¡Qué dolor tan grande sufrió tu corazón al contemplar la extrema pobreza en que nacía el Hijo de Dios!

Pero qué gozo tan inmenso experimentaste al mirar convertida en un cielo la gruta de Belén.

Por este dolor y gozo alcánzanos del cielo el nacimiento de las cosas de la tierra y una gran ternura hacia el niño Jesús recién nacido.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.


TERCER DOLOR Y GOZO

¡Qué dolor tan profundo agobió tu alma al tomar el cuchillo de la circuncisión para derramar la primera Sangre Preciosísima de Cristo!

Pero qué gozo tuviste al imponer al divino niño el dulcísimo nombre de Jesús.

Por este dolor y gozo enséñanos a extirpar de nosotros todo vicio y afición desordenada y a invocar con frecuencia el nombre Santísimo de tu Jesús.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.


CUARTO DOLOR Y GOZO

¡Qué angustia sobresaltó tu espíritu al oír de los labios de Simeón las profecías del dolor de Cristo y de María!

Pero qué alegría inundó tu corazón al contemplar la florescencia de santidad que traería consigo el Calvario.

Por este dolor y gozo ayúdanos a comprender el significado que tiene para nosotros el sufrimiento y únenos con Cristo por medio del dolor.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.


QUINTO DOLOR Y GOZO

¡Grande pena ocasionó a tu espíritu el abandono de tu patria y la huida a Egipto con Jesús y María!

Pero satisfacción inmensa se albergó en tu corazón al huir al destierro con Jesús y ser el primer Misionero del Salvador del mundo.

Por este dolor y gozo enséñanos a abandonar todas las cosas de la tierra con tal de conservar en nuestro corazón a Cristo y danos el privilegio de ser, en alguna forma, apóstoles de Cristo.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.


SEXTO DOLOR Y GOZO

¡Qué temor tan sin medida experimentó tu corazón de Padre, al tener que volver a Nazaret sabiendo que reinaba ahí el cruel Arquelao!

Pero qué alegría sintió tu alma al regresar con Jesús y María a la patria bien amada, con la seguridad dada por el ángel de que a Jesús nada adverso le sucedería.

Por este dolor y gozo te suplicamos nos hagas cautelosos y prudentes en el servicio de Dios y nos alcances un día la dicha de ir al cielo, nuestra verdadera Patria.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.


SÉPTIMO DOLOR Y GOZO

¡Oh cuán grande fue tu dolor al perder, sin culpa tuya al divino niño Jesús!

Pero cuán inmenso fue tu gozo al encontrarlo sano y salvo, en el templo de Jerusalén, instruyendo a los Doctores.

Por este dolor y gozo, te pedimos una infatigable solicitud por buscar a Cristo cuando lo hayamos perdido por el pecado y también de instruirnos con sus ejemplos y enseñanzas evangélicas.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

V: San José protector nuestro.
R: Ruega por nosotros.


OREMOS

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de San José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por Jesucristo nuestro Señor.


LOS SIETE DOMINGOS A SAN JOSE

Se rezan durante siete domingos consecutivos. Es conveniente comulgar cada domingo o por lo menos en el último. Para ganar las indulgencias que les están concedidas no se requiere fórmula especial.

El Papa Gregorio XVI fomentó la devoción de los siete domingos concediéndole muchas indulgencias; pero S. S. Pío IX les dio actualidad perenne no sólo con las indulgencias plenarias aplicables a los fíeles difuntos, sino con la manifestación de su deseo de que se acudiera a San José por medio de ellos, para aliviar la entonces aflictivo situación de la Iglesia universal. La devoción de los siete domingos ha obrado estupendos milagros en favor de quienes la practican. En materia de vocación dejan en el alma una paz singular y encienden una luz que disipa toda duda.

PRIMER DOMINGO

Por la señal, etc.

Se da principio rezando los siete dolores y gozos de San José.

Consideración sobre el 1er. dolor y gozo:

1. Dudas de San José
2. Gozo en la Manifestación del Misterio

1. En la plenitud de los tiempos realizó Dios el inefable misterio de la Encarnación de su Verbo divino. El prodigio se obró en el seno purísimo de María, Esposa de José; pero sin tener conocimiento de ello el Santo Patriarca. Este prodigio, como era natural, causó una grande turbación en el corazón de San José, quien conocía la pureza, la inocencia y el candor de su Santísima Esposa. El hecho fue para el corazón de San José desconcertante.

Para librarla de aquella situación embarazosa deliberó sobre la conveniencia de abandonar a su divina Esposa, dejando todo en manos de la Divina Providencia. El peso que sintió sobre sus hombros fue enorme y solamente su confianza, pudo sostenerlo.

2. Esta confianza en la Providencia lo hizo entregarse plácidamente al sueño, sin mayor turbación. Entonces el ángel del Señor se le apareció y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que se ha engendrado en su seno es obra del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús; pues El salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1,20-21)

No hay palabra humana para describir la alegría inmensa que inundó el corazón de San José al serle revelado este misterio tan añorado por el pueblo de Dios. Entonces San José deslió su alma en una plegaria humilde, fervorosa y llena de agradecimiento.

Se hace la petición......

ORACION

Oh glorioso Patriarca San José no permitas que la turbación me aniquile, o que el dolor me triture. Para evitar este agobio te suplico me hagas ver siempre la Providencia de Dios en todos los acontecimientos de mi vida a fin de que los acepte siempre con alegría de hijo agradecido. Así sea.

SEGUNDO DOMINGO

Consideraciones sobre el 2do. dolor y gozo:

1. Pobreza del Nacimiento de Jesús.
2. Transformación de la Gruta

1. José acompañado de María fue a empadronarse a Belén, su tierra natal, para cumplir el decreto de César Augusto. Encontrándose ya en este lugar, María, que estaba encinta, vio llegársele la hora de dar a luz.

En estas circunstancias buscó José un albergue; pero todo empeño fue inútil ya que aparte de ser pobres, todos los sitios de descanso estaban ya ocupados. Se vio entonces obligado José a disponer para el nacimiento del Hijo de Dios, un establo abandonado, gruta que servía de refugio contra la intemperie a los animales.

En esta forma San José experimentó un profundo dolor al ver que el Señor de los cielos descendía tan bajo; al contemplar que el que se sienta en un trono de gloria, yacía reclinado en un pesebre y que sufría los rigores de la estación y experimentaba el frío y derramaba lágrimas, el que es la alegría de los cielos.

2. Pero un dolor tan agudo sirvió de molde a la inmensa alegría. Grande, en efecto, fue el gozo que sintió San José al ver con sus propios ojos al Hijo de Dios hecho hombre. Los ángeles bajaron del cielo posando sobre luminosas estrellas y cantando en la gruta: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

Los inocentes y piadosos pastores llegaron a adorar al Hijo de Dios, reconociéndolo como su divino Salvador. Los Reyes Magos, guiados por una estrella, llegaron del lejano oriente para adorar a Jesús como Dios y rendirle vasallaje como a Rey. ¡Cuánto gozo para el corazón paternal del Señor San José!

Se hace la Petición....

ORACION

¡Oh Padre mío, San José! al verte postrado ante Jesús, te reconozco como el Primer adorador del Verbo hecho carne. Comunícame tu espíritu de fe, a fin de que la humildad del Sagrario no mengüe mi firme creencia en la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar; sino que, por el contrario, al palpar su anonadamiento, avive más mi amor hacia tan adorable misterio. Así sea.


TERCER DOMINGO

Consideraciones sobre el 3er. dolor y gozo:

1. Circuncisión del divino Niño.
2. Imposición del Nombre de Jesús.

1. La Circuncisión de Jesús fue una humillación y un dolor que se reflejó hondamente en el corazón de San José. Esta ceremonia suponía el pecado y al realizarse en Jesús parecía destruirse la santidad de la misma inocencia. Esto ocasionó a San José una gran pena, pues sabía que el Hijo de Dios era impecable.

Sin embargo, mayor fue su dolor al desgarrar las carnes tiernas y rosadas del divino Niño. El humilde Cordero dejo escapar un vagido y la sangre que brotó de su carne Benditísima fue a mezclarse con las lágrimas que rebosaron de sus pupilas. Y el mayor calvario de San José estribó en que fue él mismo el instrumento de dolor, elegido por el Eterno Padre para este rito de la Circuncisión.

2. Pero si el dolor de San José ante la sangre derramada de Jesús fue grande, mayor, sin duda, fue su gozo al imponer el nombre de Jesús. Al pronunciar por vez primera este nombre los ángeles se postraron reverentes para adorarle; el demonio se vio constreñido a doblar la rodilla y todos los siglos se inclinaron ante la presencia de Jesús.

En ese momento una luz del futuro iluminó a San José para que contemplara el triunfo glorioso de este santo nombre que sería Iris de paz, hoguera de amor, promesa de perdón, anuncio de felicidad y bálsamo que curaría todos los males.

En esta forma comprendió San José que la sangre de Dios, que por su mano se había derramado, era el precio de nuestra salvación. .

Se hace la petición.....

ORACIÓN

¡Oh grande y poderoso abogado de mi alma! Hazme, comprender por este dolor y gozo que si muchas veces parece que te complaces en mis dolores y sacrificios, no es porque sientas gozo en mis penalidades, sino porque sabes que por medio de ellas tengo oportunidad de hacer méritos para el cielo e imitar así mejor a tu divino Jesús para la salvación de mis hermanos. Así sea.


CUARTO DOMINGO

Consideraciones sobre el 4º dolor y gozo

1. Profecía luctuosa de Simeón.
2. Gozo en el misterio que encierra.

1. La piedad de María y José fue singular. A los cuarenta días del nacimiento de Jesús lo llevan al Templo de Jerusalén para ofrecerlo al Eterno Padre. Es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo y que viene a ofrecerse como holocausto en el Altar del Templo. En ese momento el anciano Simeón, conducido por el Espíritu Santo, reconoció en aquel Niño al Salvador del Mundo. Lleno de gozo lo tomó entre sus brazos y después con voz temblorosa dijo a la Madre: "Mira, este niño que ves está destinado para ruina y resurrección de muchos en Israel y como signo de contradicción. Lo que será para ti misma una espada que atravesará tu alma". (Lc. 2,34).

Esta espada que hirió el corazón de María desgarró también el corazón de San José. Y si como esposo sufrió la pena de María, como Padre soportó también la pena de Jesús que sería centro de contradicción, objeto de persecución y víctima destinada al patíbulo infamante.

2. Pero a este lacerante dolor sucedió la más pura alegría. Un gran número de los hombres se salvará por la sangre derramada por el Cordero sin mancha. En el Arbol de la Cruz madurarán los frutos de la gracia, los dolores de María serán rocío fecundo para la floración de la Santidad.

Con estas consideraciones se llenó de gozo el corazón de San José, sobre todo al contemplar la glorificación de los dolores de Jesús y de María. ¡Qué satisfacción tan grande ante los triunfos de la Esposa y del Hijo!

Se hace la petición.....

ORACION

¡Oh gloriosísimo Protector de mi alma, te suplico encarecidamente que me hagas comprender la necesidad de tomar mi cruz y seguir tras las pisadas sangrantes del divino Redentor. Haz que muera al amor propio y a toda vanidad de la tierra, para que también logre ser, por mi espíritu de mortificación y sacrificio, la resurrección y salvación de muchos. Asi sea.


QUINTO DOMINGO

Consideraciones sobre el 5º. dolor y gozo:

1. Huida a Egipto.
2. Frutos de la presencia de Jesús.

1. De pronto el Arcángel San Gabriel apareció en sueños a San José y le dijo: "Levántate, toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate allí hasta que yo te avise. Porque Herodes ha de buscar al Niño para matarle" (Mt.2, 13)

Qué puñalada para el corazón de San José. El Mesías prometido había llegado al mundo para dar la vida a los hombres y éstos le buscan ya para darle muerte! No se trataba de un viaje, sino de una precipitada huida.

¡Dejar la Patria y lanzarse hacia un país idólatra y adverso al pueblo judío!, ¡Huir no él solo, sino en compañía de su esposa delicada y de Jesús tierno y débil! Y el viaje se hizo más doloroso por el temor de ser alcanzado por los esbirros del cruel Herodes.

2. Grande fue sin embargo el gozo de San José en medio de sus penas. El cielo le había ordenado huir a Egipto; pero le concedía la gracia de hacerlo con Jesús y María, cosa que significaba el destierro en su Patria. Y en el Paraíso ¿No había de estar agradecido al Padre por valerse de él, instrumento débil, para salvar de la muerte al Mesías prometido?

Además estaba seguro de que las lágrimas de Jesús y las privaciones de María fecundarían aquellas tierras de paganos para convertirlas en un Paraíso de Virtud y Santidad.

Se hace la petición.....

ORACION

¡Oh queridísimo Padre mío, San José! humildemente postrado ante tu Imagen, te suplico me guardes paternalmente bajo los pliegues de tu manto a fin de que me vea libre de las acechanzas de los enemigos de mi eterna salvación.

Alcánzame del cielo la gracia de no perder jamás la amistad de Jesús y de María, para que mi destierro en este valle de lágrimas se convierta en un Paraíso anticipado. Así sea.


SEXTO DOMINGO

Consideraciones sobre el 6º dolor y gozo:

1. Temor por el Reinado de Arquelao.
2. Gozos por el Retorno a Nazaret.

1. El aviso del ángel para emprender el viaje de regreso a la Patria bien amada fue un motivo de dolor para el corazón de San José, no solamente por lo pesado del viaje y la delicadeza de Jesús y de María, sino principalmente por que tenía conocimiento de que en la Judea reinaba Arquelao, hijo del Rey Herodes, y tan cruel como su Padre, entonces le asaltó un fuerte temor. ¿No querrá el tirano vengar en Jesús la desilusión sufrida por Herodes su Padre?. Todo era de temerse de la perfidia y crueldad de este soberano.

2. Sin embargo, la voz del ángel vino a calmar los temores de San José, infundiéndole una ¡limitada confianza en la Providencia del Padre. Ha de retirarse a la tierra de Galilea y ha de morar en la tranquila ciudad de Nazaret. ¡Qué gozo de cielo no siente el Santo Patriarca al tornar a su modesta casita!, ¡Qué grata compañía tendrá en Jesús y María al pasar el resto de sus días con ellos en la tranquilidad del hogar!

Se hace la petición.....

ORACION

¡Oh bondadosísimo Señor San José! quiero recordarte que al nombrarme Jesús hermano suyo, también comparte conmigo a un buen Padre como lo fuiste para tu divino Jesús. Líbrame de mis enemigos, consuélame en mis penas, sé mi fortaleza en mis debilidades y protégeme solícitamente sobre todo en el último instante de mi vida. Así sea.


SEPTIMO DOMÍNGO

Consideraciones para el 7º dolor y gozo:

1. Dolor por la pérdida de Jesús en el Templo.
2. Gozo en su hallazgo.

1. Jesús, al cumplir la edad de doce años subió con María y José al Templo de Jerusalén para adorar al Padre en su Santuario en el día solemne de la Pascua. Terminadas las ceremonias y sin darse cuenta sus padres, quedó Jesús en Jerusalén. San José pensó entonces que Jesús estaba con María en el grupo de las mujeres y María creyó que se encontraba con José en el grupo de los hombres.

En el primer descanso de los grupos, los Santos Esposos se dieron cuenta de la ausencia de Jesús. ¡Oh cuán grande fue la angustiarte estos amantes corazones! Llenos de dolor y desolación lo buscaron inútilmente entre amigos y parientes. A todos preguntaban; mas las respuestas eran siempre negativas. Las noches las pasaban en la oración y los días en alarmante búsqueda. ¡Qué triste y qué hondo dolor se daba en el corazón de María y de José!.

2. Con los ojos llenos de lágrimas y al cumplirse el tercer día, María y José se dirigieron finalmente al templo de Jerusalén y al pasar por la amplia sala donde los doctores de la Ley explicaban las Escrituras, percibieron una suave voz; era la de Jesús. Penetraron a la sala y, en efecto, ahí lo vieron preguntando y contestando a los Maestros del Pueblo y siendo objeto de la admiración de los hombres.

María no pudo contenerse y después de complacerse en los misterios de Dios, le dijo: "Hijo, ¿por qué lo has hecho así con nosotros? Mira que tu padre y yo, llenos de dolor, te andábamos buscando". Y Él les respondió: ¿Cómo es que me buscabais?, ¿No sabéis que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre? (Le. 2,48) Y entre los brazos de ambos esposos regresó Jesús a Nazaret, causando profunda alegría al corazón de sus padres. Allí se corrió el velo del silencio y la Trinidad de la tierra se envolvió en la luz de la felicidad en su modesto hogar.

Se hace la petición.....

ORACION

¡Oh glorioso Patriarca San José!, bien comprendo que tus grandes angustias y tus profundos dolores concurrieron maravillosamente para forjar la brillante corona que ostentas sobre tu frente. No quiero, bondadoso Padre mío, que ahuyentes de mí el dolor, sino que me des el espíritu de fe, de amor y de fortaleza para sobrellevar cristianamente las penalidades de esta vida y así hacer méritos para poder estar en tu compañía en el cielo por toda una eternidad dichosa. Así sea.


DEVOCION A SAN JOSE

La verdadera devoción a San José consiste esencialmente en la confianza ilimitada en el poder del santo, en la imitación de sus santas virtudes y en el amor filial que se le profese.

Ser devoto de San José quiere decir pensar continuamente en él, tratar de amar al Padre Celestial como él y poner la vida, los bienes y todos los actos del día bajo su paternal protección.

Además, los que quieran ser amartelados devotos del santo y verdaderos servidores de su culto deben consagrarse a él como esclavos.

La esclavitud del santo exige una fórmula de consagración aprobada por el confesor y que indique la dedicación de la vida entera al servicio de su devoción. Significa alabar al benditísimo patriarca desde que aparece la primera luz del día hasta que se va al lecho.

El hombre habla siempre de lo que ama, de lo que lleva en el fondo de su corazón. El devoto del Santo Patriarca debe manifestar su cariño al dignísimo esposo de María hablando siempre de sus grandezas, de sus privilegios, de su paternal protección a favor de sus devotos. Es preciso, por lo tanto, consagrarle el día, rezarle jaculatorias, meditar en sus dolores y gozos, repetir sus letanías, acudir a él en cualquier pena y aflicción, por grave que sea.

Los hijos por imperios de la herencia, deben parecerse al Padre. En nuestro caso, las virtudes de San José deben reflejarse en sus devotos.

Quienes deseen manifestarse corno verdaderos devotos de San José deben luchar por ser almas de oración, amantes del silencio, de la sencillez, de la pureza, de la humildad, de la encendida caridad y de una vida que se realice en el trabajo y en el ocultamiento.

Estas son en conjunto, las principales características de la verdadera devoción al glorioso patriarca San José.


ORACION A SAN JOSE

A ti acudimos, Señor San José, en nuestras tribulaciones y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima esposa, con toda confianza pedimos también tu patrocinio. Por tu Purísima Esposa y por la caridad que con ella te unió y por el paternal amor que profesaste al Divino Niño Jesús, te suplicamos humildemente que veas con piedad la herencia que el benignísimo Jesús adquirió con su sangre y socorras nuestras necesidades con tu auxilio y protección.

Mira, oh custodio y guardián Providentísimo de la Divina Familia a los hijos predilectos de Jesucristo, aparta de nosotros, Padre amantísimo, los daños del error y de la corrupción; sé nuestro propicio defensor poderosísimo y asístenos desde el cielo en la terrible lucha que sostenemos contra el poder de las tinieblas y como en otros tiempos libraste al Niño Jesús del inminente peligro de perecer, también defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios de las acechanzas de sus enemigos y de toda adversidad.

Protégenos con tu constante patrocinio, a fin de que, animados con tu ejemplo y ayudados con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y alcanzar en el cielo la eterna felicidad. Amén.

"Los hombres justos como José, son hombres auténticos, es decir, sensibles y abiertos a los planes de Dios y, por tanto, al servicio de los hermanos".




SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ (VERSIÓN CORTA)




LOS SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ

Hay una maravillosa tradición cuyo origen se remonta al siglo XVI que consiste en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José, a acudir con especial detenimiento al Esposo de María Virgen, para expresarle cariño y pedirle mercedes.

Se suelen «contemplar» o considerar, los principales misterios acontecidos a los largo de su vida en la tierra entretejidos de gozos y dolores, en los que se refleja de algún modo toda vida humana, la nuestra, y en la que encontramos luz, serenidad, fortaleza, sentido sobrenatural, amor a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo y a la Santísima Virgen.

Toda la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Él es al pie de la letra “el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia” (Lc 12, 42). Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera para con su Fundador y Madre.

En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar esa veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos.

Versión Corta:

Por la señal, de la Santa Cruz…

Ofrecimiento
Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén.

PRIMER DOMINGO

El dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa.

La alegría: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la encarnación.

Oh castísimo esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de tu corazón en la perplejidad en que estabas sin saber si debías abandonar o no a tu esposa sin mancilla! Pero ¡cuál no fue también tu alegría cuando el ángel te reveló el gran misterio de la Encarnación!

Por este dolor y este gozo, acompáñanos siempre, ¡ayúdanos!, en nuestras grandes o pequeñas noches oscuras del alma, cuando no entendamos los designios de Dios o no sepamos descubrir su amabilísima Voluntad en los sucesos de cada día. Ayúdanos a ser humildes, a permanecer en oración, hasta de noche, en sueños, para que -fieles- alcancemos la gracia de la perseverancia final. Que agradezcamos al Señor cada instante de nuestra existencia, seguros de que pase lo que pase siempre aguarda una tarea importante que cumplir en la obra de la Redención.

V: San José, Padre y Señor,
R: ruega por nosotros.
Padrenuestro, Ave y Gloria.

SEGUNDO DOMINGO

El dolor: al ver nacer el niño Jesús en la pobreza.

La alegría: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche.

Oh bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis viendo nacer al niño Jesús en tan gran pobreza se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.

Por este gran dolor, ayúdanos a desprendernos de todas las cosas de la tierra, convencidos de que solo Dios basta. Haz que sepamos seguir a Jesús desde Belén al Calvario, con el sentido sobrenatural y el garbo humano con que tú supiste llevar, con Jesús y María, la cruz que el Señor dispuso para ti.

Te pedimos también, por el inmenso gozo que tuviste al ver a Jesús recién nacido, mientras escuchabas el canto de los Ángeles en el cielo, proclamando la gloria de Dios y la paz para los hombres de buena voluntad: ¡Bendice a todos los hijos de la Iglesia de Dios y atiende especialmente a los más necesitados!

V: ¡Jesús, José y María,
R: os doy el corazón y el alma mía!
Padrenuestro, Ave y Gloria.

TERCER DOMINGO

El dolor: cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión.

La alegría: dada con el nombre de Jesús.

Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José: la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón; pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó y llenó de alegría.

Por este dolor y este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos, con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

CUARTO DOMINGO

El dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María.

La alegría: la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas.

Oh Santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José; aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María os causó dolor mortal, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.

Por este dolor y por este gozo conseguidnos ser del número de los que, por los méritos de Jesús y la intercesión de la bienaventurada Virgen María, han de resucitar gloriosamente.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

QUINTO DOMINGO

El dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto.

La alegría: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto.

Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto!, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con Vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de Egipto.

Por este dolor y este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


SEXTO DOMINGO

El dolor: a regresar a su Nazaret por el miedo a Arquelao.

La alegría: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel.

Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos; aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el ángel, vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.

Por este dolor y este gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, poseer la paz de conciencia, vivir seguros con Jesús y María y morir también asistidos por ellos.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

SÉPTIMO DOMINGO

El dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días.

La alegría: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.

Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que, lleno de gozo, le hallasteis en el templo, en medio de los doctores.

Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que jamás nos suceda perder a Jesús por algún pecado grave. Mas, si por desgracia le perdiéramos, haced que le busquemos con tal dolor que no hallemos sosiego hasta encontrarle benigno sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.

Padrenuestro, Ave y Gloria.