SAN LORENZO,
diácono y
mártir
fecha: 10 de agosto
†: 258 - país: Italia
Canonización:
pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston,
Elogio: Fiesta de san
Lorenzo, diácono y mártir, que fervientemente deseoso, como cuenta san León
Magno, de compartir la suerte del papa Sixto II en su martirio, al recibir del
tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, él, festivamente, le presentó
a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundante dinero. Tres
días más tarde, por la fe de Cristo venció el suplicio del fuego, y el
instrumento de su martirio se convirtió en distintivo de su triunfo. Su cuerpo
fue enterrado en Roma, en el cementerio de Campo Verano, conocido desde
entonces por su nombre.
Patronazgos: patrono
(secundario) de España, de Huesca, de Roma, de Nüremberg y muchas otras ciudades
europeas; de los bibliotecarios, archivistas, estudiantes, cocineros,
panaderos, cerveceros, taberneros, lavanderas, planchadoras, bomberos,
viñadores; protector de los pobres, y para pedir contra incendios, quemaduras,
enfermedades oculares, lumbago, ciática, enfermedades de la piel, la peste, la
fiebre.
Tradiciones, refranes,
devociones:
-San Lorenzo calura, San Vicente friura, uno y otro poco dura. (10
Agosto y 22 Enero)
-San Lorenzo en la parrilla y
el labrador en la trilla.
-Por San Lorenzo, lluvia en
buen tiempo.
-Per San Lorenzo piove dal
cielo carbone ardente
(en estas noches se ven en el hemisferio norte las
Perseidas, lluvia de estrellas fugaces bautizadas popularmente "lágrimas
de san Lorenzo")
Refieren a este santo:
Santos Sixto II, papa, y compañeros
Oración: Señor Dios nuestro,
encendido en tu amor, san Lorenzo se mantuvo fiel a tu servicio y alcanzó la
gloria en el martirio; concédenos, por su intercesión, amar lo que él amó y
practicar sinceramente lo que nos enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Pocos mártires hay en la
Iglesia tan famosos como san Lorenzo. Los más ilustres padres latinos
celebraron sus alabanzas y, como dice san Máximo «toda la Iglesia se une para
cantar al unísono, con gran gozo y devoción, el triunfo del mártir». Era
Lorenzo uno de los siete diáconos de la Iglesia de Roma, cargo de gran
responsabilidad, ya que consistía en el cuidado de los bienes de la Iglesia y
en la distribución de limosnas a los pobres. El año 257, el emperador Valeriano
publicó el edicto de persecución contra los cristianos y, al año siguiente, fue
arrestado y decapitado el papa san Sixto II. San Lorenzo le siguió en el
martirio cuatro días después. Esto es todo lo que sabemos de cierto sobre la
vida y muerte del santo; pero la piedad cristiana ha aceptado y consagrado los
detalles que nos proporcionan san Ambrosio, el poeta Prudencio y otros autores.
Sin embargo, hemos de confesar que desgraciadamente existen razones de peso
para dudar de la verdad histórica de hechos tan conmovedores como la forma de
muerte que sufrió el santo y el reparto de los bienes de la Iglesia.
Según dichas tradiciones,
cuando el papa san Sixto se dirigía al sitio de la ejecución, san Lorenzo iba
junto a él y lloraba. «¿A dónde vas sin tu diácono, padre mío?», le preguntaba.
El Pontífice respondió: «No pienses que te abandono, hijo mío, pues dentro de
tres días me seguirás». Lorenzo se regocijó mucho al saber que Dios le llamaría
pronto a Sí. Inmediatamente fue en busca de todos los pobres, viudas y
huérfanos y les repartió todo el dinero que tenía; también vendió los vasos
sagrados y les regaló el producto de la venta.
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San Lorenzo repartiendo los tesoros de la Iglesia a los pobres |
Cuando el prefecto de Roma lo
supo, se imaginó que los cristianos escondían grandes tesoros y decidió
descubrirlos, pues adoraba la plata y el oro tanto como a Júpiter y a Marte.
Inmediatamente mandó llamar a san Lorenzo y le dijo: «Vosotros, los cristianos,
os quejáis con frecuencia de que os tratamos con crueldad. Pero hoy no se trata
de suplicios; simplemente quiero hacerte unas preguntas. Me han dicho que
vuestros sacerdotes emplean patenas de oro, que beben la Sangre sagrada en
cálices de plata y que los cirios de los sacrificios nocturnos están en
candelabros de oro.
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Valeriano, Emperador del Imperio Romano, que conmemora a la Diosa Fortuna. |
Tráeme esos tesoros, pues el emperador los necesita para mantener sus ejércitos y tu doctrina te manda dar al César lo que es del César.
No creo que tu Dios mande acuñar monedas de oro, pues lo único que trajo al
venir al mundo fueron palabras. Así pues, entréganos el dinero y quédate con
las palabras». San Lorenzo replicó sin inmutarse: «La Iglesia es, en verdad,
muy rica y todos los tesoros del emperador no igualan lo que ella posee. Te voy
a mostrar los tesoros más valiosos; pero para ello necesito que me des un poco
de tiempo, a fin de poner las cosas en orden y hacer el inventario». El
prefecto no comprendió a qué tesoros se refería Lorenzo y, al pensar que ya
tenía en sus manos las riquezas escondidas, quedó satisfecho con la respuesta
del diácono y le concedió tres días de plazo.
En el intervalo, Lorenzo
recorrió toda la ciudad en busca de los pobres a los que la Iglesia sostenía.
Al tercer día, reunidos ya en gran números, los separó en distintas filas: los
decrépitos, los ciegos, los baldados, los mutilados, los leprosos, los
huérfanos, las viudas y las doncellas. En seguida, fue en busca del prefecto
para invitarle a ver los tesoros de la Iglesia. El prefecto, atónito ante
aquella multitud de pacientes y miserables, se volvió furioso hacia Lorenzo y
le preguntó qué significaba aquello y dónde estaban los tesoros. Lorenzo
respondió: «¿Por qué te enojas? Estos son los tesoros de la Iglesia». El
prefecto se enfureció todavía más y exclamó: «¿Te estás burlando de mí? Sábete
que nadie se burla impunemente de las insignias del poder romano. Yo sé muy bien
que lo que buscas es que te condene a muerte, pues eres loco y vanidoso; pero
no vas a morir tan pronto como quisieras, sino que vas a morir pedazo a
pedazo». Inmediatamente mandó disponer una gran parrilla sobre el fuego para
que el santo se asara lentamente. Los verdugos desnudaron a Lorenzo y le ataron
sobre la parrilla, donde empezó a quemarse a fuego lento. Los cristianos vieron
el rostro del mártir rodeado de un resplandor hermosísimo y respiraron el
fragante perfume que despedía su cuerpo; pero los perseguidores no vieron el
resplandor ni percibieron el aroma.
San Agustín dice que el gran deseo que
tenía san Lorenzo de unirse con Cristo le hizo olvidar los rigores de la
tortura, y san Ambrosio comenta que las llamas del amor divino eran mucho más ardientes
que las del fuego material, de suerte que el santo no experimentaba dolor
alguno. Después de un buen rato de estar sobre las brasas, Lorenzo se volvió
hacia el juez y le dijo sonriendo: «Manda que me vuelvan del otro lado, pues
éste ya está bien asado». El verdugo le dio entonces la vuelta. Lorenzo dijo al
fin: «La carne está a punto; ya podéis comer». En seguida oró por la ciudad de
Roma, por la difusión de la fe en todo el mundo y exhaló el último suspiro.
Prudencio atribuye a la
oración del santo la conversión de
Roma y dice que Dios la escuchó en aquel
mismo momento, porque a la vista de la heroica constancia y piedad de Lorenzo
se convirtieron varios senadores. Esos distinguidos personajes transportaron
sobre sus hombros el cuerpo del mártir y le dieron honrosa sepultura en la Vía
Tiburtina. La muerte de san Lorenzo, comenta Prudencio, fue la muerte de la
idolatría en Roma, porque desde entonces comenzó a declinar y, actualmente (es
decir, cuando escribe Prudencio, hacia el 403), el cuerpo senatorial venera las
tumbas de los apóstoles y de los mártires. El poeta describe la devoción y el
fervor con que los romanos frecuentaban la iglesia de san Lorenzo y se
encomendaban a su intercesión y hace notar que la respuesta infalible que
obtenían dichas oraciones prueba el poder del mártir ante Dios. San Agustín
afirma que Dios obró muchos milagros en Roma por la intercesión de san Lorenzo;
san Gregorio de Tours, Fortunato y otros autores, hablan de los milagros del
santo en otros sitios. San Lorenzo ha sido, desde el siglo IV, uno de los
mártires más venerados y su nombre aparece en el canon de la misa. Es
absolutamente cierto que fue sepultado en el cementerio de Ciriaca, en Agro
Verano, sobre la Vía Tiburtina. Constantino erigió la primera capilla en el
sitio que ocupa actualmente la iglesia de San Lorenzo extra muros, que es la
quinta basílica patriarcal de Roma.
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El martirio de San Lorenzo |
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San Lorenzo Diacono y Martir |
Las pretendidas «Actas de
san Lorenzo» están llenas de confusiones y contradicciones. Además de dichas
actas, existen muchos otros documentos del mismo tipo. Ver Biblioteca
Hagiográfica Latina, n. 6884 y nn. 7801 y 4753. Este artículo se basa
principalmente en el relato de Prudencio, que es bastante claro; cf. Ruinart,
Acta Sincera. ¿Se trata simplemente de una invención poética, o representa una
tradición genuina, ya sea oral o escrita? San Ambrosio (De Officiis, I, 41) y
otros Padres antiguos sostenían que san Lorenzo había muerto quemado a fuego
lento. P. Franchi de Cavalieri, Romische Quartalschrift, vol. XIV (1900), pp.
159-176, y Note agiografiche, vol. XV (1915), pp. 65-82; Delehaye, Analecta
Bollandiana, vol. XIX (1900), pp. 452-453, y vol. LI (1933), pp. 49-58, y
Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 431-432. Ambos autores
rechazan la tradición de la parrilla; pero todavía hay otros que la defienden.
Ver, por ejemplo, Leclercq en DAC, artículo Grille (vol. VI, cc. 1827-1831), y
artículo Laurent (vol. VIII, cc. 1917-1947). Un ejemplo de la gran devoción que
tenían los romanos a san Lorenzo son las numerosas iglesias y santuarios
dedicados al santo. Véase J. P. Kirsch, Die römischen Titelkirchen in Altertum,
pp. 80-84; y Huelsen, Le Chiese di Roma del Medio Evo, pp. 280-297. Cf. también
Duchesne, Le sanctuaire de S. Laurent, en Mélanges d´archéologie, vol. XXXIX
(1921), pp. 3-24. Ni que decir que la iconografía no es menos inmensa que los
otros aspectos del culto al santo; de todo ese rico material extraemos dos
ejemplos:
-La ordenación de Lorenzo,
por Fra Angelico, fresco de 1447/49 en la Capilla Niccolina, en el Vaticano.
Posiblemente
el cáliz que está recibiendo sea el Santo Grial, ya que la tradición atribuye a
Lorenzo haber sido custodio de la copa que usó Jesús en la Cena, que Pedro
llevó a Roma, y se fue transmitiendo hasta que el santo diácono la entregó a un
soldado español, que la llevó a Huesca, y de allí pasó a Valencia, en cuya
catedral se venera en la actualidad.
-Martirio de san Lorenzo,
por Jacopo Vignali (1592-1664), óleo en colección privada (reproducido en Santi
e beati).
fuente: «Vidas de los santos
de A. Butler», Herbert Thurston
Estas biografías de santo
son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha
sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y
servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta
hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_2795
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