Oración a San Agustín,
Por San Juan Pablo II
¡Oh gran Agustín, nuestro
padre y maestro!, conocedor de los luminosos caminos de Dios, y también de las
tortuosas sendas de los hombres, admiramos las maravillas que la gracia divina obró
en ti, convirtiéndote en testigo apasionado de la verdad y del bien, al
servicio de los hermanos.
Al inicio de un nuevo
milenio, marcado por la cruz de Cristo, enséñanos a leer la historia a la luz
de la Providencia divina, que guía los acontecimientos hacia el encuentro
definitivo con el Padre.
Oriéntanos hacia metas de
paz, alimentando en nuestro corazón tú mismo anhelo por aquellos valores sobre
los que es posible construir, con la fuerza que viene de Dios, la
"ciudad" a medida del hombre.
La profunda doctrina que con
estudio amoroso y paciente sacaste de los manantiales siempre vivos de la
Escritura ilumine a los que hoy sufren la tentación de espejismos alienantes.
Obtén para ellos la valentía
de emprender el camino hacia el "hombre interior", en el que los
espera el único que puede dar paz a nuestro corazón inquieto.
Muchos de nuestros
contemporáneos parecen haber perdido la esperanza de poder encontrar, entre las
numerosas ideologías opuestas, la verdad, de la que, a pesar de todo, sienten
una profunda nostalgia en lo más íntimo de su ser.
Enséñales a no dejar nunca
de buscarla con la certeza de que, al final, su esfuerzo obtendrá como premio
el encuentro, que los saciará, con la Verdad suprema, fuente de toda verdad
creada.
Por último, ¡oh san
Agustín!, transmítenos también a nosotros una chispa de aquel ardiente amor a
la Iglesia, la Católica madre de los santos, que sostuvo y animó los trabajos
de tu largo ministerio.
Haz que, caminando juntos bajo
la guía de los pastores legítimos, lleguemos a la gloria de la patria celestial
donde, con todos los bienaventurados, podremos unirnos al cántico nuevo del
aleluya sin fin.
Amén.
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