ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
¡Oh Dios misericordioso, que
nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo perfecto de humildad, de
mortificación y de caridad; y sin mirar a su condición, sino a la fidelidad con
que os servía, le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro Reino, entre
los coros de los ángeles! Miradnos compasivo y hacednos sentir su intercesión
poderosa.
Y tú, beatísimo Martín, que
viviste sólo para Dios y para tus semejantes; tú, que tan solícito fuiste
siempre en socorrer a los necesitados, atiende piadoso a los que, admirando tus
virtudes y reconociendo tu poder, alabamos el Señor, que tanto te ensalzó.
Haznos sentir los efectos de tu gran caridad, rogando por nosotros al Señor,
que tan fielmente premió tus méritos con la eterna gloria. Amén.
Rezar a continuación la meditación y la oración del día que
corresponda:
DÍA PRIMERO
ORIENTACIÓN
Al instruirse el niño Martín
en las primeras nociones propias de su edad, comenzaba también a conocer a Dios
que ya desde entonces vino a ser la razón y divisa de su conducta. Púsose luego
bajo la enseñanza de un maestro que era barbero-cirujano, que en aquel tiempo
no sólo sabían el arte propio de la barbería, sino también el de curar las
enfermedades más Corrientes... Preveía Martín el bien que podía prestar a sus
prójimos, y así gustaba de tal oficio gozoso de poder ser un día útil a sus
semejantes. Donde se ve, cómo la Divina Providencia iba orientando a su Siervo,
preparándolo para los fines a que lo destinaba.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
Oración final
¡Oh feliz Martín, que,
contento en tu condición de hijo de una esclava, te dejabas guiar por la mano
de Dios ya en tu niñez; haz que nos resignemos en todo a los designios de la
Providencia! A imitación tuya aceptamos gustosos la voluntad del Señor y sus designios
sobre nosotros. Tú nos enseñas que si somos buenos con Él, Él será generoso con
nosotros; he aquí que queremos servirle fielmente. Ayúdanos tú, Martín
bondadoso, y ruega por nosotros a tu amado Jesús, Dios verdadero, que con el
Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
__________
DÍA SEGUNDO
FE EN DIOS
Era tan firme la fe de fray
Martín, que suspiraba pidiendo a Dios la gracia de morir por defenderla. Por su
parte empleaba el tiempo que le quedaba libre, en enseñar la doctrina cristiana
a los indios y negros en Lima; luego se iba a Limatambo, distante media legua
de la ciudad, y a otras haciendas vecinas, donde enseñaba a los humildes
trabajadores y esclavos, consolándolos en sus trabajos y enfermedades, e
inspirándolos amor a la Cruz. Hubiera querido multiplicarse, para llevar a
todas partes el conocimiento de Dios. El Señor le concedió la gracia
especialísima, de actuar al parecer a la vez en dos lugares en cuya virtud, le
vemos instruyendo y consolando a los sufridos negros en el África y otros
lugares apartados.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh glorioso fray Martín,
que desde tus primeros años aprendiste a andar por los caminos del Señor, firme
siempre tu fe en Dios, celoso por su gloria y salvación de las almas; haz que
vivamos esa misma fe, como hijos de Dios que somos! Ruega por nosotros, para
que te imitemos en la fidelidad, y alcánzanos las gracias particulares que
sabes necesitamos, ya que tanto puedes ante nuestro Rey Jesucristo, que vive y
reina por los siglos de los siglos. Amén.
__________
DÍA TERCERO
MORTIFICACIÓN
Fray Martín, no obstante el
conservarse en la gracia bautismal, se consideraba el peor de los nacidos, e
indigno del hábito que llevaba; y a imitación de su Santo Patriarca, oraba casi
toda la noche, disciplinándose hasta por tres veces de un modo cruel. No perdía
ocasión de humillarse, gozando cuando se veía despreciado o insultado. Cuando
le honraban personas distinguidas, corría a un lugar oculto, y se disciplinaba
duramente; si no se le proporcionaba lugar a propósito, se abofeteaba diciendo:
-Pobre infeliz ¿cuando
mereciste?.., No seas soberbio; bien conoces que eres un ruin, que naciste para
esclavo de estos señores, y que sólo por amor a Dios pueden sufrirte tantos
religiosos santos.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
Oración final
¡Oh Dios misericordioso, que
nos diste al humilde fray Martín, como ejemplo de penitencia y mortificación;
sednos propicio y olvidad nuestras infidelidades! Y tú, purísimo Martín, que no
sólo sufrías resignado tus trabajos y enfermedades, sino que mortificabas
duramente tu inocente cuerpo; alcánzanos del Señor el espíritu de penitencia,
con el cual, al menos, suframos con alegría les mortificaciones de nuestros
semejantes y nuestros propios males, para que, purificados de nuestros pecados,
seamos aceptables a Dios y acreedoras a tu poderosa protección. Amén.
__________
DÍA CUARTO
EL TAUMATURGO
Eran continuos los prodigios
del bienaventurado Martín socorriendo necesitados y curando enfermos. Algunos
eran remediados al invocarle estando ausente, y otros con sólo tocar su ropa.
Entre éstos, sucedió que visitando a don Mateo Pastor, que le ayudaba en el
socorro de los pobres, se hallaba su señora, doña Francisca Vélez, con un
agudísimo dolor de costado sin conseguir aliviarse con ninguna medicina. Al
llegar el Siervo de Dios, tomó el borde de su capa y lo acercó a la parte
dolorida, sintiéndose enteramente sana. Atónita exclamó:
- ¡ Ah! Gran Siervo de Dios
es fray Martín pues el solo contacto de su ropa me ha sanado.
Confundido fray Martín, le
dijo:
-Dios sólo ha hecho esto,
señora. Dé las gracias a Dios, pues yo soy un miserable y el mayor pecador del
mundo, Dios sea bendito, que toma tan vil instrumento para consolarla a usted,
y para que no pierda su valor el hábito de mi padre Santo Domingo, aunque lo
lleve tan gran pecador como yo.
Pídase la
gracia que se desea.
Un
Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
Oración final
¡Oh glorioso San Martín;
bendecimos al Señor por el gran poder que se dignó otorgarte concediéndote
dominio sobre la vida y la muerte! Animados por la generosidad con que derramas
los dones de Dios, recurrimos a Ti con la mayor confianza. Pide para nosotros
más fe, más amor a Dios y les gracias que necesitamos. ¡Todo lo esperamos de tu
intercesión! y por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
__________
DÍA QUINTO
PADRE DE LOS POBRES
Por la prontitud con que
socorría fray Martín a los necesitados, le llamaban Padre de los Pobres. En
multitud de casos acudió milagrosamente al que le llamaba, enfermo o
necesitado. Entre otros, una pobre a la que él solía socorrer, se vio
necesitada, con urgencia, de cierta cantidad. No pudiendo ir a encontrarse con
el Siervo de Dios, clamó en estos términos, repetidas veces.
-Hermano fray Martín, tu
socorro me falta, y no puedo participarte la gran aflicción en que me hallo.
Al cabo de una hora se
presenta el caritativo bienhechor, precisamente con la cantidad que ella
necesitaba, diciéndole que no se afligiese pues Dios conocía las necesidades de
los pobres y sabía remediarlas.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
Glorioso San Martín, siempre
compasivo, padre de los pobres y necesitados; míranos con piedad y ruega
siempre por nosotros, que te invocamos con fe absoluta en tu bondad y en tu
poder. No nos olvides ante este Dios, a quien siempre serviste y adoraste. Padre,
Hijo y Espíritu Santo, a quien nosotros también queremos servir y adorar ahora
y por toda la Eternidad. Amén.
__________
DÍA SEXTO
AMOR DE DIOS
Todo cuanto fray Martín
hacía en sus prácticas y obligaciones y en relación con sus semejantes, era
efecto de su amor a Dios. Cuando oraba, pues, se hallaba como en su centro: con
frecuencia perdía el uso de los sentidos, quedando largo rato en éxtasis.
Muchos testigos dieron testimonio, de haberle visto repetidas veces elevado
algunas varas sobre el suelo, en su celda, en la Iglesia, y en la sala
capitular conversando con la imagen de Cristo Crucificado. Si a esto añadimos
la sublimidad del momento en que recibía a Jesús Sacramentado en que se sentía
como en una gloria anticipada, conversando íntimamente con su Dios, no nos
extrañará el que, aceptando Dios tan grande amor, hiciera tan poderoso a su
fiel y amante Siervo.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios mío, que tan
generoso sois con quien os ama con sinceridad de corazón; os amarnos, pero
deseamos amaros más y más! Haced que por intercesión de San Martín, aumente
nuestro amor a Vos. Y tú, Martín benditísimo, ruega por nosotros, alcánzanos el
amor puro de Dios, que nos hará dulce el vivir según su ley. Consíguenos
también las demás gracias que sabes necesitamos y esperáramos por tu
intercesión poderosa y los méritos de Nuestro Señor. Amén.
__________
DÍA SÉPTIMO
AL CIELO
Reveló Dios al
bienaventurado Martín el día y hora de su muerte mostrándose él, desde
entonces, más jovial y contento.
Cayó enfermo, y ya no pensó
más que en su Dios, sobre todo después de recibir el Santo Viático, sin
engreírle las visitas que llegaban a su penitente lecho de tablas. Autoridades,
prelados, dignidades eclesiásticas y hasta el mismo Virrey Don Luis Fernández
de Bobadilla, iban a dar sus últimos encargos para el Cielo a aquel humildísimo
siervo fiel, que con frecuencia estaba en éxtasis, arrobado en el amor de Dios,
a quien siempre había servido.
Se cantó el credo y al decir
aquellas palabras "se encarnó por el Espíritu Santo de la Virgen María y
se hizo hombre", acercó al pecho el Crucifijo que tenía en sus manos, y
cerró suavemente los ojos. Todos lloraban.. El Arzobispo exclamó: Aprendamos a
morir.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh dichoso San Martín, que
viste coronados tus trabajos, tus mortificaciones, tu caridad y tu amor a Dios
con una muerte feliz!, ¡ten compasión de nosotros! Todos te lloran. Los
necesitados y enfermos creen perder un padre compasivo y el remedio de sus males,
y dan rienda a su dolor llorando tu muerte; pero luego ven que tú no los
abandonas; te llaman y tú sigues socorriéndolos y aliviando sus males. El estar
más cerca del Señor, glorioso San Martín ha aumentado tu poder. Oye, pues,
también nuestras humildes súplicas, pidiendo al Señor por nosotros para que
atienda nuestros ruegos. Y que nuestra muerte sea la de los justos por tu
intercesión y los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
__________
DÍA OCTAVO
DESPUÉS DEL TRÁNSITO
Después de la muerte de fray
Martín, los milagros se multiplican. El propio Notario del proceso, don
Francisco Blanca, se hallaba con una llega en un pie, con gran hinchazón en la
pierna y grandes dolores. Tenía que actuar al día siguiente. Invocó al Santo y
al momento quedóse dormido; al amanecer se halló perfectamente bien, sin
hinchazón, y la llaga seca y sana.
Entre otros prodigios,
fueron muchos los casos de señoras que, no pudiendo naturalmente dar a luz lo
consiguieron con felicidad al encomendarse al Siervo de Dios fray Martín. Así
aconteció a una esclava de doña Isabel Ortiz de Torres, a doña María Beltrán,
otra señora de Arequipa, desahuciada de los médicos, a la que aplicaron una
carta de fray Martín, y particularmente, a doña Graciana Farfán de los Godos, a
quien libró de una infección y muerte segura.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh bienaventurado Martín!
Si, en la tierra vivías sólo para Dios y para tus semejantes, hoy, que te
hallas ya junto al trono de la bondad y la misericordia, puedes disponer mejor
de sus tesoros. Si aquí conocías donde estaba la necesidad para remediarla,
mejor la ves desde el Cielo donde moras. Mira, pues, Martín bondadoso, a los
que a ti acudimos con la segura confianza de ser oídos. No defraudes las
esperanzas de los que nos gozamos en verte ensalzado en la tierra, como Dios te
ensalzó llevándote a su gloria.
__________
DÍA NOVENO
APOTEOSIS
Examinada en Roma la
portentosa vida del Siervo de Dios fray Martín y a instancia del Rey Felipe IV
y de todos los elementos vitales de la ciudad de Lima, envió el Pontífice las
cartas remisoriales, nombrando jueces apostólicos para formar el proceso
solemne. Se comunicó a la ciudad tan fausta noticia en la Catedral, en solemne
función, con asistencia del Virrey, Arzobispo, demás autoridades civiles,
militares y eclesiásticas e inmensidad de público que no cabía en el gran
templo; todos derraman copiosas lágrimas de gozo, pues se acercaba el tiempo de
ver beatificado y canonizado a su querido fray Martín. Unos y otros referían
sus virtudes y los milagros obrados por Dios para confirmar el concepto de
Santo en que todos le tenían.
Hecho el proceso, y firmado
por más de ciento sesenta testigos de hechos milagrosos, se cerró y selló ante
el pueblo. Emocionado el Arzobispo derramando abundantes lágrimas, dijo: Así
honra Dios a este hombre de color que supo servirle y amarle de corazón.
El 29 de octubre de 1837 fue
beatificado por el Papa Gregorio XVI.
La gloriosa canonización ha
sido el digno remate de un laborioso trabajo intensificado en los últimos
treinta años. S. S. Juan XXIII inscribió en el catálogo de los santos a fray
Martín, el 6 de mayo de 1962.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios, que tan
gloriosamente levantas a los abatidos y humildes, y tan generosamente premias
el sufrimiento y la caridad! Miradnos postrados ante Vos y glorificad a vuestro
humilde siervo San Martín, atendiéndonos en nuestras súplicas. Y tú, hermano nuestro
benditísimo, que ya te ves glorificado ante el trono del Señor, ruégale por
nosotros, tanto más dignos de compasión cuanto más necesitados. Consíguenos las
gracias que te pedimos, y que un día logremos la gloria del cielo, donde vives
bendiciendo a Dios en compañía de los Ángeles y Santos por toda la eternidad.
Amén.
1.
El autor de esta novena es E. Pérez Hermida y fue publicada en un folleto por
el "Secretariado Martín de Porres" de Palencia. (España).
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
¡Oh Dios misericordioso, que
nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo perfecto de humildad, de
mortificación y de caridad; y sin mirar a su condición, sino a la fidelidad con
que os servía, le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro Reino, entre
los coros de los ángeles! Miradnos compasivo y hacednos sentir su intercesión
poderosa.
Y tú, beatísimo Martín, que
viviste sólo para Dios y para tus semejantes; tú, que tan solícito fuiste
siempre en socorrer a los necesitados, atiende piadoso a los que, admirando tus
virtudes y reconociendo tu poder, alabamos el Señor, que tanto te ensalzó.
Haznos sentir los efectos de tu gran caridad, rogando por nosotros al Señor,
que tan fielmente premió tus méritos con la eterna gloria. Amén.
Rezar a continuación la meditación y la oración del día que
corresponda:
DÍA PRIMERO
ORIENTACIÓN
Al instruirse el niño Martín
en las primeras nociones propias de su edad, comenzaba también a conocer a Dios
que ya desde entonces vino a ser la razón y divisa de su conducta. Púsose luego
bajo la enseñanza de un maestro que era barbero-cirujano, que en aquel tiempo
no sólo sabían el arte propio de la barbería, sino también el de curar las
enfermedades más Corrientes... Preveía Martín el bien que podía prestar a sus
prójimos, y así gustaba de tal oficio gozoso de poder ser un día útil a sus
semejantes. Donde se ve, cómo la Divina Providencia iba orientando a su Siervo,
preparándolo para los fines a que lo destinaba.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
Oración final
¡Oh feliz Martín, que,
contento en tu condición de hijo de una esclava, te dejabas guiar por la mano
de Dios ya en tu niñez; haz que nos resignemos en todo a los designios de la
Providencia! A imitación tuya aceptamos gustosos la voluntad del Señor y sus designios
sobre nosotros. Tú nos enseñas que si somos buenos con Él, Él será generoso con
nosotros; he aquí que queremos servirle fielmente. Ayúdanos tú, Martín
bondadoso, y ruega por nosotros a tu amado Jesús, Dios verdadero, que con el
Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
__________
DÍA SEGUNDO
FE EN DIOS
Era tan firme la fe de fray
Martín, que suspiraba pidiendo a Dios la gracia de morir por defenderla. Por su
parte empleaba el tiempo que le quedaba libre, en enseñar la doctrina cristiana
a los indios y negros en Lima; luego se iba a Limatambo, distante media legua
de la ciudad, y a otras haciendas vecinas, donde enseñaba a los humildes
trabajadores y esclavos, consolándolos en sus trabajos y enfermedades, e
inspirándolos amor a la Cruz. Hubiera querido multiplicarse, para llevar a
todas partes el conocimiento de Dios. El Señor le concedió la gracia
especialísima, de actuar al parecer a la vez en dos lugares en cuya virtud, le
vemos instruyendo y consolando a los sufridos negros en el África y otros
lugares apartados.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh glorioso fray Martín,
que desde tus primeros años aprendiste a andar por los caminos del Señor, firme
siempre tu fe en Dios, celoso por su gloria y salvación de las almas; haz que
vivamos esa misma fe, como hijos de Dios que somos! Ruega por nosotros, para
que te imitemos en la fidelidad, y alcánzanos las gracias particulares que
sabes necesitamos, ya que tanto puedes ante nuestro Rey Jesucristo, que vive y
reina por los siglos de los siglos. Amén.
__________
DÍA TERCERO
MORTIFICACIÓN
Fray Martín, no obstante el
conservarse en la gracia bautismal, se consideraba el peor de los nacidos, e
indigno del hábito que llevaba; y a imitación de su Santo Patriarca, oraba casi
toda la noche, disciplinándose hasta por tres veces de un modo cruel. No perdía
ocasión de humillarse, gozando cuando se veía despreciado o insultado. Cuando
le honraban personas distinguidas, corría a un lugar oculto, y se disciplinaba
duramente; si no se le proporcionaba lugar a propósito, se abofeteaba diciendo:
-Pobre infeliz ¿cuando
mereciste?.., No seas soberbio; bien conoces que eres un ruin, que naciste para
esclavo de estos señores, y que sólo por amor a Dios pueden sufrirte tantos
religiosos santos.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
Oración final
¡Oh Dios misericordioso, que
nos diste al humilde fray Martín, como ejemplo de penitencia y mortificación;
sednos propicio y olvidad nuestras infidelidades! Y tú, purísimo Martín, que no
sólo sufrías resignado tus trabajos y enfermedades, sino que mortificabas
duramente tu inocente cuerpo; alcánzanos del Señor el espíritu de penitencia,
con el cual, al menos, suframos con alegría les mortificaciones de nuestros
semejantes y nuestros propios males, para que, purificados de nuestros pecados,
seamos aceptables a Dios y acreedoras a tu poderosa protección. Amén.
__________
DÍA CUARTO
EL TAUMATURGO
Eran continuos los prodigios
del bienaventurado Martín socorriendo necesitados y curando enfermos. Algunos
eran remediados al invocarle estando ausente, y otros con sólo tocar su ropa.
Entre éstos, sucedió que visitando a don Mateo Pastor, que le ayudaba en el
socorro de los pobres, se hallaba su señora, doña Francisca Vélez, con un
agudísimo dolor de costado sin conseguir aliviarse con ninguna medicina. Al
llegar el Siervo de Dios, tomó el borde de su capa y lo acercó a la parte
dolorida, sintiéndose enteramente sana. Atónita exclamó:
- ¡ Ah! Gran Siervo de Dios
es fray Martín pues el solo contacto de su ropa me ha sanado.
Confundido fray Martín, le
dijo:
-Dios sólo ha hecho esto,
señora. Dé las gracias a Dios, pues yo soy un miserable y el mayor pecador del
mundo, Dios sea bendito, que toma tan vil instrumento para consolarla a usted,
y para que no pierda su valor el hábito de mi padre Santo Domingo, aunque lo
lleve tan gran pecador como yo.
Pídase la
gracia que se desea.
Un
Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
Oración final
¡Oh glorioso San Martín;
bendecimos al Señor por el gran poder que se dignó otorgarte concediéndote
dominio sobre la vida y la muerte! Animados por la generosidad con que derramas
los dones de Dios, recurrimos a Ti con la mayor confianza. Pide para nosotros
más fe, más amor a Dios y les gracias que necesitamos. ¡Todo lo esperamos de tu
intercesión! y por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
__________
DÍA QUINTO
PADRE DE LOS POBRES
Por la prontitud con que
socorría fray Martín a los necesitados, le llamaban Padre de los Pobres. En
multitud de casos acudió milagrosamente al que le llamaba, enfermo o
necesitado. Entre otros, una pobre a la que él solía socorrer, se vio
necesitada, con urgencia, de cierta cantidad. No pudiendo ir a encontrarse con
el Siervo de Dios, clamó en estos términos, repetidas veces.
-Hermano fray Martín, tu
socorro me falta, y no puedo participarte la gran aflicción en que me hallo.
Al cabo de una hora se
presenta el caritativo bienhechor, precisamente con la cantidad que ella
necesitaba, diciéndole que no se afligiese pues Dios conocía las necesidades de
los pobres y sabía remediarlas.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
Glorioso San Martín, siempre
compasivo, padre de los pobres y necesitados; míranos con piedad y ruega
siempre por nosotros, que te invocamos con fe absoluta en tu bondad y en tu
poder. No nos olvides ante este Dios, a quien siempre serviste y adoraste. Padre,
Hijo y Espíritu Santo, a quien nosotros también queremos servir y adorar ahora
y por toda la Eternidad. Amén.
__________
DÍA SEXTO
AMOR DE DIOS
Todo cuanto fray Martín
hacía en sus prácticas y obligaciones y en relación con sus semejantes, era
efecto de su amor a Dios. Cuando oraba, pues, se hallaba como en su centro: con
frecuencia perdía el uso de los sentidos, quedando largo rato en éxtasis.
Muchos testigos dieron testimonio, de haberle visto repetidas veces elevado
algunas varas sobre el suelo, en su celda, en la Iglesia, y en la sala
capitular conversando con la imagen de Cristo Crucificado. Si a esto añadimos
la sublimidad del momento en que recibía a Jesús Sacramentado en que se sentía
como en una gloria anticipada, conversando íntimamente con su Dios, no nos
extrañará el que, aceptando Dios tan grande amor, hiciera tan poderoso a su
fiel y amante Siervo.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios mío, que tan
generoso sois con quien os ama con sinceridad de corazón; os amarnos, pero
deseamos amaros más y más! Haced que por intercesión de San Martín, aumente
nuestro amor a Vos. Y tú, Martín benditísimo, ruega por nosotros, alcánzanos el
amor puro de Dios, que nos hará dulce el vivir según su ley. Consíguenos
también las demás gracias que sabes necesitamos y esperáramos por tu
intercesión poderosa y los méritos de Nuestro Señor. Amén.
__________
DÍA SÉPTIMO
AL CIELO
Reveló Dios al
bienaventurado Martín el día y hora de su muerte mostrándose él, desde
entonces, más jovial y contento.
Cayó enfermo, y ya no pensó
más que en su Dios, sobre todo después de recibir el Santo Viático, sin
engreírle las visitas que llegaban a su penitente lecho de tablas. Autoridades,
prelados, dignidades eclesiásticas y hasta el mismo Virrey Don Luis Fernández
de Bobadilla, iban a dar sus últimos encargos para el Cielo a aquel humildísimo
siervo fiel, que con frecuencia estaba en éxtasis, arrobado en el amor de Dios,
a quien siempre había servido.
Se cantó el credo y al decir
aquellas palabras "se encarnó por el Espíritu Santo de la Virgen María y
se hizo hombre", acercó al pecho el Crucifijo que tenía en sus manos, y
cerró suavemente los ojos. Todos lloraban.. El Arzobispo exclamó: Aprendamos a
morir.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh dichoso San Martín, que
viste coronados tus trabajos, tus mortificaciones, tu caridad y tu amor a Dios
con una muerte feliz!, ¡ten compasión de nosotros! Todos te lloran. Los
necesitados y enfermos creen perder un padre compasivo y el remedio de sus males,
y dan rienda a su dolor llorando tu muerte; pero luego ven que tú no los
abandonas; te llaman y tú sigues socorriéndolos y aliviando sus males. El estar
más cerca del Señor, glorioso San Martín ha aumentado tu poder. Oye, pues,
también nuestras humildes súplicas, pidiendo al Señor por nosotros para que
atienda nuestros ruegos. Y que nuestra muerte sea la de los justos por tu
intercesión y los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
__________
DÍA OCTAVO
DESPUÉS DEL TRÁNSITO
Después de la muerte de fray
Martín, los milagros se multiplican. El propio Notario del proceso, don
Francisco Blanca, se hallaba con una llega en un pie, con gran hinchazón en la
pierna y grandes dolores. Tenía que actuar al día siguiente. Invocó al Santo y
al momento quedóse dormido; al amanecer se halló perfectamente bien, sin
hinchazón, y la llaga seca y sana.
Entre otros prodigios,
fueron muchos los casos de señoras que, no pudiendo naturalmente dar a luz lo
consiguieron con felicidad al encomendarse al Siervo de Dios fray Martín. Así
aconteció a una esclava de doña Isabel Ortiz de Torres, a doña María Beltrán,
otra señora de Arequipa, desahuciada de los médicos, a la que aplicaron una
carta de fray Martín, y particularmente, a doña Graciana Farfán de los Godos, a
quien libró de una infección y muerte segura.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh bienaventurado Martín!
Si, en la tierra vivías sólo para Dios y para tus semejantes, hoy, que te
hallas ya junto al trono de la bondad y la misericordia, puedes disponer mejor
de sus tesoros. Si aquí conocías donde estaba la necesidad para remediarla,
mejor la ves desde el Cielo donde moras. Mira, pues, Martín bondadoso, a los
que a ti acudimos con la segura confianza de ser oídos. No defraudes las
esperanzas de los que nos gozamos en verte ensalzado en la tierra, como Dios te
ensalzó llevándote a su gloria.
__________
DÍA NOVENO
APOTEOSIS
Examinada en Roma la
portentosa vida del Siervo de Dios fray Martín y a instancia del Rey Felipe IV
y de todos los elementos vitales de la ciudad de Lima, envió el Pontífice las
cartas remisoriales, nombrando jueces apostólicos para formar el proceso
solemne. Se comunicó a la ciudad tan fausta noticia en la Catedral, en solemne
función, con asistencia del Virrey, Arzobispo, demás autoridades civiles,
militares y eclesiásticas e inmensidad de público que no cabía en el gran
templo; todos derraman copiosas lágrimas de gozo, pues se acercaba el tiempo de
ver beatificado y canonizado a su querido fray Martín. Unos y otros referían
sus virtudes y los milagros obrados por Dios para confirmar el concepto de
Santo en que todos le tenían.
Hecho el proceso, y firmado
por más de ciento sesenta testigos de hechos milagrosos, se cerró y selló ante
el pueblo. Emocionado el Arzobispo derramando abundantes lágrimas, dijo: Así
honra Dios a este hombre de color que supo servirle y amarle de corazón.
El 29 de octubre de 1837 fue
beatificado por el Papa Gregorio XVI.
La gloriosa canonización ha
sido el digno remate de un laborioso trabajo intensificado en los últimos
treinta años. S. S. Juan XXIII inscribió en el catálogo de los santos a fray
Martín, el 6 de mayo de 1962.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios, que tan
gloriosamente levantas a los abatidos y humildes, y tan generosamente premias
el sufrimiento y la caridad! Miradnos postrados ante Vos y glorificad a vuestro
humilde siervo San Martín, atendiéndonos en nuestras súplicas. Y tú, hermano nuestro
benditísimo, que ya te ves glorificado ante el trono del Señor, ruégale por
nosotros, tanto más dignos de compasión cuanto más necesitados. Consíguenos las
gracias que te pedimos, y que un día logremos la gloria del cielo, donde vives
bendiciendo a Dios en compañía de los Ángeles y Santos por toda la eternidad.
Amén.
1.
El autor de esta novena es E. Pérez Hermida y fue publicada en un folleto por
el "Secretariado Martín de Porres" de Palencia. (España).
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