Novena a San Juan Bautista
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas
veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (15 al 23 de
junio)
Por: Staff | Fuente: novenascatolicas.blogspot.com
ORACIONES INICIALES PARA
TODOS LOS DÍAS
Acto de contrición
Oh, Padre misericordioso,
que desde el seno materno, predestinaste a San Juan Bautista, para que fuera
Precursor del Mesías, preparando por medio de la austeridad, de su persona y la
predicción de la palabra, el corazón de todos los hombres, llevándolos al
arrepentimiento, a través del bautismo penitencial, para el encuentro con
Jesucristo, Tu Hijo que vive y Reina por los siglos de los siglos. Amén
GOZOS
Oh, Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Profeta de soledades. Labio
hiciste de tus iras. Para fustigar mentiras Y para gritar verdades.
Oh, Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
El desierto encendido fue tu
ardiente maestro para allanar montañas Y encender los senderos.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Vio como el cielo se abría
Sobre el cordero de Dios Y su vos le anunciaría que por siempre unió a los dos.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón. Más aun en su presencia, Con
humilde sumisión, Pide el que es Dios por esencia, Para empezar su misión.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Oh sin par doxología Voz del
Padre en el Jordán, El Hijo que la acogía y la Paloma que ardía Sobre Jesús y
San Juan.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Por fin en un banquete Y en
el placer de un ebrio, Y el vino de tu sangre santifico el desierto.
Oh Glorioso Bautista
alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Profeta de soledades, Labio
hiciste de tus iras. Para fustigar mentiras Y para gritar verdades.
Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS
LOS DÍAS
Oh, Glorioso San Juan
Bautista, que durante toda tu vida diste testimonio del total desprendimiento
de las cosas terrenas cumpliendo con humildad Y fidelidad la voluntad del Padre
Celestial, como verdadero Precursor del Mesías y poco, con sencillez del deber
cumplido, fuiste desapareciendo para que Cristo Salvador inaugurara el Reino de
Dios entre los hombres. Ayúdanos a vivir, según el ejemplo admirable que Tú nos
das, para que un día podamos contar contigo en las Mansiones Celestiales las
glorias y alabanzas de nuestro Creador. Amén.
DÍA PRIMERO
Anuncio del Nacimiento de Juan el Bautista (Lc 1, 5-25)
En tiempos de Herodes, rey
de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías.
Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los
ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y
preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos
eran de edad avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía
la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre
litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la
asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el
incienso. Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del
altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero
el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada.
Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un
motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque
será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará
lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas
vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de
Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la
sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien
dispuesto". Pero Zacarías dijo al Ángel:"¿Cómo puedo estar seguro de
esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". El Ángel le
respondió: "Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado
para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder
hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis
palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". Mientras tanto, el pueblo
estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el
Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había
tenido alguna visión en el Santuario. Él se expresaba por señas, porque se
había quedado mudo. Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó
a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta
durante cinco meses. Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por
mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".
DÍA SEGUNDO
Nacimiento y Circuncisión de Juan el Bautista (Lc 1, 57-58)
Cuando llegó el tiempo en
que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y
parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban
con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo
Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse
Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese
nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le
pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan".
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y
comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre
la gente de los alrededores, y selo comentaba en toda la región montañosa de
Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se
decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor
estaba con él.
DÍA TERCERO
Predicación de Juan el Bautista (Lc 3, 1-18)
El año decimoquinto del
reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo
Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipotetrarca de Iturea y Traconítide,
y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios
dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este
comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un
bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el
libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del
Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las
colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados
los caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.
Juan decía a la multitud que
venía a hacerse bautizar por él: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a
escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan los frutos de una sincera
conversión, y no piensen: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo
les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El
hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen
fruto será cortado y arrojado al fuego". La gente le preguntaba:
"¿Qué debemos hacer entonces?". Él les respondía: "El que tenga
dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro
tanto". Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le
preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?". Él les respondió:
"No exijan más de lo estipulado". A su vez, unos soldados le
preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió:
"No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su
sueldo". Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si
Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a todos: "Yo los
bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera
soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el
Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era
y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego
inextinguible". Y por medio de muchas otras exhortaciones anunciaba al
pueblo la Buena Noticia.
DÍA CUARTO
Juan el Bautista Bautiza a Jesús (Mt 3, 13-17)
Entonces Jesús fue desde
Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se
resistía, diciéndole: "Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por
ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!". Pero Jesús le respondió:
"Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es
justo". Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua.
En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender
como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección".
DÍA QUINTO
Este es el Cordero de Dios, que Quita el Pecado del Mundo (Jn 1,
19-37)
Este es el testimonio que
dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para
preguntarle: "¿Quién eres tú?". Él confesó y no lo ocultó, sino que
dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres,
entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo:
"No". "¿Eres el Profeta?”. “Tampoco", respondió. Ellos
insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que
nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". Y él les dijo: “Yo soy una voz
que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta
Isaías". Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle:
"¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el
Profeta?". Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de
ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no
soy digno de desatar la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en
Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. Al día siguiente, Juan
vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me
precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a
bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este
testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y
permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua
me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre
él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo". Yo lo he visto y doy
testimonio de que él es el Hijo de Dios". Al día siguiente, estaba Juan
otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo:
"Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oírlo hablar
así, siguieron a Jesús.
DÍA SEXTO
Último Testimonio de Juan el Bautista (Jn 3, 23-36)
Juan seguía bautizando en
Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía
para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía. Se originó
entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la
purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron:"Maestro, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también
bautiza y todos acuden a él". Juan respondió: "Nadie puede atribuirse
nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de que he
dicho: "Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de él". En
las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí
y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo esa hora
perfecto. Es necesario que él crezca y que yo disminuya. El que viene de lo
alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y
habla de la tierra. El que vino del cieloda testimonio de lo que ha visto y
oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica
que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le
da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y a puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no
verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él".
DÍA SÉPTIMO
Prisión de Juan el Bautista (Lc 3, 19-20)
Mientras tanto el tetrarca
Herodes, a quien Juan censuraba a causa de Herodías, la mujer de su hermano² y
por todos los delitos que había cometido, cometió uno más haciendo encarcelar a
Juan.
DÍA OCTAVO
Muerte de Juan el Bautista (Mc 6, 17-29)
Herodes, en efecto, había
hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano
Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es
lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba
matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre
justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo
escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba
su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a
los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a
Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que
quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré
cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a
preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan
el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente a donde estaba
el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre
una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho,
pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En
seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la
cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a
la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo
supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
DÍA NOVENO
Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista (Lc 7, 24-30)
Cuando los enviados de Juan
partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué
salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a
ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y
viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué salieron a ver
entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquel de
quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el
camino.
Les aseguro que no ha nacido
ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de
Dios es más grande que él. Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los
publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan.
Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él,
frustraron el designio de Dios para con ellos.
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