NOVENA EN HONOR A SANTA
ANA,
MADRE DE LA VIRGEN MARÍA
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de
nuestros ✠
enemigos, líbranos
Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ADORACIÓN A LA SANTÍSIMA
TRINIDAD Y ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Adórote, bendígote y
alábote, Santísima e Individua Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres
personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien espero, y a quien amo
sobre todas las cosas, a quien adoro, venero y reverencio, con toda mi alma,
potencias y sentidos, vida y corazón. Me pesa una y mil veces haber ofendido a
mi Dios. Confiado en tu divina bondad, espero alcanzar de tu misericordia el
perdón de mis pecados, y la gracia de la perseverancia final, para que después
de esta vida mortal, merezca mi alma gozar eternamente de ti en la gloria, por
los siglos de los siglos. Amén.
DÍA PRIMERO - 17 DE
JULIO
PRIMER GOZO:
SER ESCOGIDA PARA SER MADRE DE LA MADRE DE DIOS
Considera, alma mía, cuán
grande sería el gozo que tuvo Santa Ana, cuando después de tan larga y conocida
esterilidad, tuvo celestial revelación de que sus oraciones eran oídas, y que
por tanto sería madre de la mejor hija que hubo en el mundo. ¿Has visto un
campo, después de un largo y triste invierno, reverdecer en la primavera tan vistoso
que parece estarse riendo y recibiendo alegría? ¿Pues cuál no sería el gozo de
aquella dama, cuando, en el invierno de su edad, conoció que ella reverdecería
fecunda a pesar de su esterilidad envejecida? ¡Cómo alabaría al Altísimo! ¡Cómo
le ofrecería ya desde entonces el fruto de su vientre! ¡Cómo se olvidaría ya de
su oprobio, que el cielo remediaba con tal fruto de bendición y santidad! Sería
la madre de la Santísima Virgen María, ¡Ella sería su hija! Admitid, santa
gloriosa, mi alegría por vuestro gozo. Hacedme participante de él, alcanzando
fecundidad también a mi alma, fecundidad en buenas obras y en el servicio a
Dios Nuestro Señor.
PRIMERA VIRTUD:
FE ADMIRABLE
Pondera, alma mía, cuán
firme y segura la Fe de la gloriosa Santa Ana. No sólo creyó todos los
misterios divinos revelados a su pueblo, sino también la revelación del ángel
que, de parte de Dios, le anunció la hija que de sus entrañas -hasta entonces
estériles- había de nacer. La experiencia de tantos años hacía parecer
imposible la promesa y perder la esperanza de verla cumplida. Pero esta hija de
Adán creyó, y con Fe viva, nada dudó. Esta Fe sí que fue como el grano de
mostaza; por eso de ella nació el más hermoso árbol: María Santísima, en cuyos
ramos y brazos no descansaron sólo los ángeles del cielo, sino el mismo Dios de
los ángeles cuando se hizo hombre. Aviva, alma mía, tu Fe, y júntale buenas
obras para que no sea una Fe muerta. Si es poca, ayudad, Santa gloriosa, mi Fe,
para que sea tal que mueva montañas.
Rezar un Credo, Padre Nuestro y Ave María. Luego decir 3 veces:
“Santa Ana, socorred a los
miserables”.
ORACIÓN PARA PEDIR LA
GRACIA QUE SE DESEA OBTENER
Gloriosisima Señora Santa
Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro
de los que a vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra
excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no
puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras,
pues engendraron a la Madre de Misericordia. Por eso recurro a Vos, confiado,
pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva,
Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma y de cuerpo, devoción
cordial a vuestra santísima hija: la Virgen María Señora Nuestra, deseo eficaz
de servir a Dios, dolor muy verdadero de haberle ofendido y propósito de
enmienda. Haced que este propósito me acompañe hasta la hora de mi muerte, y en
ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la
perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión
para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena.
[Pedir aquí la gracia
que se desea]
Mostrad, Santa gloriosa,
la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis
peticiones. No atendáis a lo poco que yo merezco, sino a lo mucho que vos
podéis. Favorecedme con aquella misma instancia con que pedíais al Señor el
remedio de vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra
oración oída, oíd ahora mis oraciones. Por aquella confianza y autoridad de
madre de la que lo había de ser del mismo Dios, interceded ante vuestra hija
santísima. ¿Qué le podéis vos pedir que no tenga buen despacho de parte de
Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto
Santísimo, a que Él no quiera convenir? ¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana,
sino que vos queráis interceder!, pues ¿para qué os hizo Dios tan poderosa sino
para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo? Valedme pues,
Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder,
para honra de vuestra Hija y de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Nieto.
Valedme para que vuestro nombre sea cada más conocido y acudan a vos todos
aquellos que tanto necesitan de vuestro amparo. Bien sé que no merezco vuestro
valimiento, pero será ilustre misericordia vuestra atender a mis súplicas sin
haber en mí merecimiento. Y espero, que luego de ayudado por vuestra
intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.
GOZOS PARA HONOR DE SANTA ANA
Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
La Suprema Trinidad,
La llena de bendiciones.
Benditas las oraciones,
Que alaban la gran bondad.
Su amor encanta, enamora,
Al que en su piedad
confía.
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
Ana, “Gracia” significa,
Según enseña la Glosa;
Su alma feliz y dichosa
Con gracias Dios
magnifica:
Su Hija le es honradora,
Tesoro, y Tesorería.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
A María diste el ser,
Y los naturales dones;
Y buenas inclinaciones
De piadosa en proteger:
De amorosa Defensora,
Con ternura y melodía.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
En las Entrañas cerrada
Llevaste a María rosa;
Os dio Santidad hermosa,
Como olor, flor ocultada:
La diste leche, Señora,
Tres años de noche y día.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
Vuestra hija muy amada,
En el templo presentaste.
Con ella a Dios aplacaste,
Y su justicia enojada.
Tú serás mi bienhechora,
Mi dulce bien y mi guía.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
Con sólo este don
precioso,
Ofrecisteis más a Dios,
Su padre Joaquín y vos,
Que todo justo glorioso.
Más que todos atesora,
Gracia y santidad María.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
Es Nieto Jesús querido,
Es Joaquín amado Esposo,
San José Yerno dichoso,
Yo vuestro favorecido:
Os alaba, y os venera
Mi gratitud, Madre mía.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
A una leve insinuación,
De su Madre Limosnera,
María su Tesorera
Lo hace con admiración:
Ahora que en el Cielo
mora,
¿Lo que pide negaría?
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
Cuanto Santa Ana desea
A favor de sus amantes,
Su Nieto Jesús cuanto
antes
Decreta luego: “Así sea”:
Sednos vos la intercesora,
Sed nuestra eterna
alegría.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
Santa Ana, por vuestro
amor,
Conseguidnos en la muerte,
Gracia, paz y buena suerte,
Por María, vos y el Señor.
Pues sois la consoladora,
En la última agonía.
Ahora
y en la última hora,
Sed,
Ana, abogada mía.
Tenedme siempre en
memoria,
En la celestial morada.
Mi alma está enamorada,
De vos que estáis en la
gloria.
Mi amor que suspira y
llora,
Quiere haceros compañía.
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
℣.
Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para
que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Omnipotente y
misericordioso Dios, que proporcionando siempre a los hombres los medios de
salvación y de consuelo, llenasteis de tanta gracia, dulzura y suavidad los
nombres de Jesús, María y José, Joaquín y Ana, a favor de los que, por
reverencia a tan soberanos nombres, los pidiesen el remedio de sus necesidades
y consuelo en sus aflicciones: Os suplicamos rendidos que a todos los que con
Fe, amor y devoción, invocaren tan augustos nombres, les concedáis en esta vida
los dulces consuelos de tu divina gracia, y en la otra reciban el Cielo como
premio. Por Cristo Señor Nuestro. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠,
y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 18 DE
JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
SEGUNDO GOZO: CONCEBIR A
LA VIRGEN SANTÍSIMA
Considera, alma mía, cuál
sería el gozo de Santa Ana en aquella dichosa hora en que, en su vientre, a un
tierno cuerpecito de niña se unió la santísima alma de la Señora concebida sin
pecado original. ¡Cómo llenaría Dios de júbilo y de gozo a Santa Ana en aquel
punto, en el cual la hizo concha de tan preciosa perla, y sagrario de tan
venerable y santa reliquia! ¡Con qué inefable consolación bañaría el Cielo a
Santa Ana, cuando empezó a rayar la aurora del Sol de Justicia! ¡Oh, qué
secretos y qué misterios en el vientre de Ana! Tesoro guardado por los ángeles
y admirado por los más soberanos espíritus. ¡Y cómo es posible que tan altos
misterios, dejasen de redundar grandes afectos en la santa, y que con tan gran
tesoro, dejase ella de participar de esas riquezas! Alégrome, Santa gloriosa,
de vuestra gran ventura. Vos sois aquélla a quien el Artífice Soberano escogió
para vaso de honra excelsa, pues encerráis la más pura criatura entre las
humanas, únicamente Ella preservada de la mancha del pecado. Alcanzadme gracia
del Señor, y que alegre de servirle, huya de adquirir en mi alma cualquier
género de culpa.
SEGUNDA VIRTUD:
ESPERANZA FIRME
Pondera, alma mía, cuán
segura e invencible fue la esperanza de esta gloriosa santa. Los años iban
pasando como las olas, más todas quebraban en el risco firme de su esperanza en
Dios, nunca vacilante. Por eso vio tan bien logrado el fruto de esta confianza,
porque la tuvo en Dios tan segura. Esperaba fruto de su vientre, y tuvo tal
fruto cual no lo esperaba. Como la flor de su esperanza, ni con las tempestades
del tiempo, ni con los imposibles humanos, llegó a caer, por eso fructificó
admirablemente. ¿Quién dijera que la despreciada, estéril e infecunda, había de
tener fecundidad tan bien lograda? Lo cierto es que puede mucho ante Dios la
esperanza firme en su bondad y misericordia. En Vos, Señor, únicamente confío,
por más que el mundo y el demonio eternamente se opongan. Sois Dios y Padre,
habéis de tener misericordia. Os lo pido por los merecimientos e intercesión de
la gloriosísima Santa Ana.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO - 19 DE
JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
TERCER GOZO: SU FELIZ
PARTO
Considera, alma mía, el
inefable gozo que tendría la señora Santa Ana en su feliz parto, en el cual dio
el mundo, no a Isaac: sonrisa de su madre Sara, sino a la Virgen María, alegría
del mundo entero. Si en el nacimiento del Bautista se alegraron muchos, según
la promesa del ángel, ¡cuántos más se alegrarían en el nacimiento de la
Santísima Virgen, y cómo este gozo cubriría a la felicísima madre, Santa Ana!
Ella fue sin duda el monte que destiló dulzura, porque de ella salió la
dulcísima Virgen María, a quien la Iglesia llama “dulzura nuestra”. Si todas
las madres, como dice Cristo, se olvidan de sus dolores luego del nacimiento de
sus hijos, y se alegran porque ha nacido un hombre, cuál no sería el gozo de
esta madre admirable, viendo nacer de sus entrañas a aquella niña, de la cual
había de nacer en el mundo el Hombre Dios. Sea para bien, dichosa madre, Santa
Ana, el suceso felicísimo de vuestro parto. Para bien nuestro y de todo el
mundo, pues estamos en obligación de honraros, gracias a vos tenemos a María. A
honra de tan célebre y deseado nacimiento de la Emperatriz de cielo y tierra,
hacedme la merced de que sea participante de vuestro gozo, loando al Altísimo
en agradecimiento por haberos otorgado las peticiones que os tengo
encomendadas.
TERCERA VIRTUD:
CARIDAD ARDIENTE PARA CON DIOS
Pondera, alma mía, cuán
ardiente fue la Caridad y el amor de nuestra santa. Veíase tan obligada con los
favores celestiales, que no podía su espíritu dejar de amar al autor de ellos.
Veíase madre de la que había de serlo del Amor Perfecto, y no podía dejar de
emplear en el amor a Dios todos sus afectos. Por eso su gozo y toda su alegría
venían a parar en loores al Altísimo, en darle honra y gloria por todo, y en
engrandecer su Santo Nombre. ¡Oh, cómo es cierto que sólo en Dios hay verdadera
alegría, y sólo los que aman a Dios de todo corazón viven consolados! Las
alegrías del mundo vienen siempre llenas de pesares, porque en el mundo no hay
alegría verdadera. Sólo quien ama a Dios de todo corazón, lo tiene lleno de
alegría, porque Dios es su fuente y su perenne manantial. ¡Os amo, Dios mío, de
todo corazón! Y si aún no os amo de todo corazón, Vos, por la intercesión de
Santa Ana, concededme vuestro amor, un amor grande, fervoroso y ardiente, un
amor que me posea, que me inflame y me consuele. Amén.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO - 20 DE JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
CUARTO GOZO:
EN LA RECREACIÓN O TRATO CON SU HIJA
Considera, alma mía, el
inefable gozo que tuvo Santa Ana en la recreación con María, en pasar momentos
con su santísima hija. ¡Qué alivio y alegría en el trato con aquella niña, cuya
conversación buscaban los mismos ángeles, suspensos y admirados! ¡Qué ventura
tan hermosa, el recibir obsequios de madre, de parte de la niña que es servida
por los celestiales espíritus como su señora! ¡Oh, dichosa familia, y
bienaventurada Santa Ana! Las otras santas son conocidas, o por las espadas, o
por los instrumentos de sus martirios: A Santa Ana se le conoce por tener en
sus brazos y llevar de la mano a María Santísima. ¡Oh cuánto me alegro, santa
gloriosa, de que sea tan digno de honor el báculo de vuestra vejez, y tan
sublime el cetro de vuestro poder, ya que tenéis de vuestra mano a la Señora
del Universo! Pídele que Ella me tenga de su mano, y que juntamente con vos,
interceda en mi favor delante del Altísimo.
CUARTA VIRTUD:
CARIDAD COMPASIVA CON EL
PRÓJIMO
Pondera, alma mía, cómo no
sólo a su Benditísima hija sustentó la gloriosa Santa Ana de su propia
sustancia, sino también a los pobres y necesitados, con los cuales gastaba la
tercera parte de su hacienda. Ella fue la mujer que abrió libremente las manos
a los mendigos, y dio a los pobres el mismo cuidado que a los domésticos,
porque las larguezas de sus limosnas convertían en domésticos a los extraños.
Tuvo tantas veces en su regazo, y llevaba a su pecho, a la que había de ser
Madre de misericordia, que no podía dejar de pegarse a su corazón el fuego de
la Caridad y ser caritativa. Había recibido tan abundantes gracias y dones del
Señor, que no era mucho que agradeciese a Dios los beneficios, en haciendo el
bien a los pobres. También yo, gloriosa Santa Ana, soy pobre, y necesito de
vuestro patrocinio. Vos ahora sois más poderosa aun y comprensiva. Por limosna
os pido que remediéis y despachéis la comisión, la gracia que os tengo
encomendada.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO - 21 DE JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
QUINTO GOZO:
EN LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO
Considera, alma mía, cuál
no sería el gozo de Santa Ana cuando presentó en el templo a su santísima hija
a la edad de tres años. Si no fuera tal madre, muy excesiva pena sentiría al
quitar de sí una hija de tanto agrado, y tan dotada de bienes de gracia y de
naturaleza. Mas no fue así con nuestra santa, pues si bien sentía el
apartamiento de criatura e hija tan amable, con todo, mayor era el gusto de dedicarla
a Dios, como lo había prometido. Sabía que Dios estima lo que se le da, no con
tristeza y necesidad, sino con alegría, y mucho alegrábase de tener don tan
excelente para ofrecer a Dios. Cuál sería, pues, el júbilo de su corazón,
cuando veía con qué gracia y ligereza subía su bendita hija los escalones, las
quince gradas del Templo, con la admiración del sacerdote. Cuál su consolación,
viendo cómo aquella pequeña y casta tórtola, escogía ya desde entonces para sí
un nido junto a los altares del Señor. Más tarde, vendría Ella misma a ofrecer,
el día de su purificación, a su preciosísimo Hijo, Jesucristo. Las prendas que
ya desde entonces campeaban en aquella niña la admiración del sacerdote y de
los ministros, el agrado que con tal don era recibido por el Altísimo, y los
sublimes misterios que en aquella ocasión tenían principio, eran eficaces
motivos para un superior júbilo en el corazón de Santa Ana. Y tú, alma mía, ya
que no tienes don tan excelente para ofrecer a Dios, aprende a dedicarte con
todas tus potencias a su servicio, como quien sirve a buen Señor.
QUINTA VIRTUD:
ORACIÓN CONTINUA Y FERVOROSA
Pondera, alma mía, cómo la
gloriosa Santa Ana fue continua y fervorosa en el santo ejercicio de la
oración, como ni lo fue esa otra madre, la de Samuel, por más que su fervor
fuese notado por el Sumo Sacerdote. Baste decir, que por oraciones continuas
alcanzó del Señor el remedio de su esterilidad, en una hija tal como la Virgen
María. Por eso la dedicó luego al Templo, en donde la niña se diese toda a la
oración y a las alabanzas divinas. Quiso, con la oración de su hija, suplir y
ayudar a la suya, para que fuese mejor aceptada. Ella, entretanto, habiendo
antes hecho un templo de su casa, consideraba frecuentemente los misterios que
en ella se obraban, ordenados a la Redención del género humano, pues en aquella
sagrada casa nació la que debía ser Madre del Redentor del mundo. Oh, cómo la
consideración de ciertos secretos, que es creíble le fuesen revelados, elevaría
su espíritu a alabar a Dios, porque la hizo participante, y tan próximamente
llegar a tan altos misterios. Oh tú, alma mía: ¿Qué haces que ya no das frutos,
y crees y veneras todos estos pasados misterios? Considéralos y medítalos
frecuentemente, o con la Santísima Virgen en el templo de Dios, o con Santa Ana
en tu casa. Concluye tu oración pidiendo a la santa que en la suya, se acuerde
de la necesidad que padeces y que le tienes recomendada.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO - 22 DE JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
SEXTO GOZO:
MORIR EN LOS BRAZOS DE SU HIJA
Considera, alma mía, cuan
excesivo sería el gozo de Santa Ana, quien según graves autores afirman, murió
en los brazos de su santísima hija. No es creíble que tan buena hija faltase a su
madre en aquella hora, ni que Dios negase a tan buena madre la consolación de
morir en los brazos de su hija. ¿Cómo huirían lejos de aquella casa los
demonios, estando allí la Virgen, Nuestra Señora? De lejos, y de bien lejos,
verían los hechos, por ser apartados por la virtud divina. Veis aquí la ventura
de Santa Ana: Ser asistida en los brazos de la Santísima Virgen en aquella
hora. Santa Ana tenía derecho a este favor por ser la madre de María. Por eso,
santa mía, vos sois abogada para la buena muerte, porque vos, felicísima, ya
tuvisteis esa dicha. Vuestra alma se vio primero en el cielo del seno de María,
antes de bajar al seno de Abrahán, y esperar que se abriesen los Cielos luego
de la muerte de Cristo. Oh, si yo pudiera morir con la misma muerte de esta
santa matrona. Ojalá mis novísimos fuesen semejantes a los suyos.
SEXTA VIRTUD:
CASTIDAD CONYUGAL
Pondera, alma mía, cómo
fue perfecta la castidad conyugal de Santa Ana, matrona ejemplarísima. Ella
fue, aquella en quien descansaba confiado el corazón de su esposo. Así fue
conveniente para que la Virgen de las Vírgenes, María, tuviese por madre una
persona no menos casta que Ella. Por eso Santa Ana mereció ser la tierra del
cultivo de la más cándida azucena de pureza que se dio en nuestra tierra. Por
eso también mereció al morir y salir de este mundo, ser confortada con el
virginal olor de este lirio que tuvo a su lado. Santa Ana nunca deseó
fecundidad con otro fin que el de la mayor gloria del Altísimo. Nunca, ni entre
los oprobios de la esterilidad, hubo algo que manchase en lo más mínimo la
pureza de su proceder. ¿Cuál no sería aun mayor su pureza luego, al nacerle su Benditísima
hija, cuando los rayos de la pureza de María reverberaban en el cristal de su
alma? ¡Oh virtud de la pureza, cómo agradas al Altísimo! ¡Oh, castidad
matrimonial bien guardada, cómo te asemejas a una virginal pureza! Alcanzadme,
gloriosa Santa Ana, esta delicadísima virtud, ya que sois la madre de la Reina
de las vírgenes. Pegad a mi alma el olor de esta virtud, para que yo, en
vuestra casa, donde nació la Virgen más pura, pueda al menos ser un esclavo
deseoso de seguirla y de imitarla, para que merezca la dicha de ver a esta
soberana Señora después de muerte, ya que no puedo antes de ella.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 23 DE
JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
SÉPTIMO GOZO:
VER POR PRIMERA VEZ A SU NIETO, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Considera, alma mía, cuán
incomparable sería el gozo de Santa Ana cuando por primera vez vio a su nieto Benditísimo,
fuese aún en vida (como lo sientan graves autores), fuere después de su muerte
cuando Nuestro Señor bajó al seno de Abraham. Dice Aristóteles que entre
abuelos y nietos acostumbra naturalmente ser más excesivo el amor. Yo no puedo
decir que Nuestro Señor amara más a Santa Ana que a su Madre, o que Cristo haya
sido más amado por su abuela, Santa Ana, que de su Madre Santísima. Pero de
cualquier manera, bien se ve el grandísimo amor de Santa Ana hacia Jesús.
¡Llamar “nieto” al mismo Dios, y oír de su boca el amoroso nombre de “abuela”!
¡Oh ternura, oh consolación! Suponiendo que Santa Ana haya visto a su nieto
luego de la Cruz, cómo parecería ya un Cielo abierto, aquella subterránea
cárcel del Limbo de Abrahán con la visita del alma del Redentor. Cuando en el
día de la Resurrección, con la confianza de abuela, ella tocase las llagas de
sus pies y de sus manos, y bebiese en la dulzura de su costado, ¡cómo daría
entonces por bien empleado el tiempo del oprobio de su esterilidad, y la
aflicción de su esperanza dilatada! Era Cristo el ardiente deseo, o el deseado
incesante, no sólo de los collados eternos, sino de todas las gentes, y por eso
fue necesario que Él, ¡hasta de su abuela, Santa Ana!, fuese deseado como una
prolongada esperanza. Más por fin, llegó el día, y la esperanza se convirtió en
realidad, la pena en júbilo y la aflicción en gozo: El nacimiento del Redentor.
Mil parabienes os doy, matrona santa, por vuestra buena fortuna. Y ya que
estáis tan favorecida, como próxima a vuestro Nieto santísimo, acordaos de los
que a vos recurren, y emplead vuestro poder en amparar a vuestros devotos.
SÉPTIMA VIRTUD:
PACIENCIA INVICTA
Pondera, alma mía, la
invicta paciencia de Santa Ana, no sólo en los trabajos ordinarios, que es
fuerza acompañen a una madre de familia, sino muy particularmente en las
angustias de su esterilidad. La esterilidad era en aquel pueblo el mayor
oprobio, porque como se esperaba que de aquella nación nacería el Hijo de Dios,
si alguna casada era infecunda, se la tenía por reprobada por Dios, pues ella
era entonces excluida de las que podían dar a luz al Mesías. Por eso, el mismo
Sumo Sacerdote, después de advertir la infecundidad de nuestros santos casados,
no quiso admitir sus ofrendas, por ser provenientes de personas a quienes
parecía que Dios reprobaba. Mirad los juicios de los hombres cómo son falsos y
falaces. Los hombres desprecian a Ana como reprobada de Dios, y ella es la
escogida por el mismo Dios. Ahora padeced, matrona santa, que ya vendrá el día
en que los hombres que ahora os desprecian, esos mismos admirarán vuestra
ventura, y conocerán que por vuestra paciencia habéis merecido gloria tan
excesiva. Ayudadme, santa mía, a padecer con conformidad, y a sujetar mi juicio
y mi voluntad a las disposiciones divinas, que por caminos que parecen muy
diversos, nos llevan derecho a los fines que intentan.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO - 24 DE JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
OCTAVO GOZO:
SUBIR AL CIELO CON CRISTO
Considera, alma mía, cuán
grande sería el gozo y la alegría de la Señora Santa Ana, y cuán su gloria sin
medida, cuando su alma bienaventurada subía al Cielo en compañía de su
santísimo Nieto. En el día de la Ascensión, llevó Cristo consigo, como fruto de
sus victorias, a los cautivos que del seno de Abrahán había rescatado. Los más
seguirían su triunfal carroza como siervos, pero ¿quién duda que haría el Señor
especial honra a su abuela felicísima en aquel día? José era virrey en Egipto,
y Jacob un pobre pastor. Quiso José que sus hijos, nietos de Jacob, venerasen
con respeto al santo y viejo abuelo. ¡Y cómo es posible, y creíble, que Cristo
Redentor se olvidase de las atenciones que Él encomienda a hijos y nietos, y se
olvidase de darlas a su abuela! Por eso, los Cantares preguntan quién es la
venturosa alma que sube de este mundo, recostada sobre su amado. O como reza
una leyenda sobre su nieto: ¿Quién ha de ser sino el alma de nuestra gloriosa
santa, la que reclinada en su amoroso Nieto, sube triunfante al Empíreo?
Bienaventurada santa, que subís con tanta gloria, dadme licencia para que
celebre vuestra alegría, y con vivas aclamaciones, siga en espíritu vuestro triunfo.
Y ya que con él, dice la Escritura, repartió vuestro Nieto santísimo dones a
los hombres, encaminad para mí los que yo necesito, especialmente los que os
tengo recomendados.
OCTAVA VIRTUD:
HUMILDAD PROFUNDA
Pondera, alma mía, cuán
profunda fue la humildad de nuestra santa. Era descendiente de la casa real de
David, y se trataba a sí misma como persona muy común. Tenía dones muy
especiales de Dios Nuestro Señor, y soportaba, con conocimiento profundo de su
vileza, la opinión que corría en el pueblo de que era reprobada del mismo Dios.
¿Veis aquí por qué el Señor la levantó a tan alta gloria, y cómo abatió a los
soberbios? Por eso, Dios se allegó tan cerca de nuestra santa, que se hizo no
sólo pariente suyo, sino su mismo Nieto. Bien se cumplió en ella, aquello de
que los humildes son ensalzados, porque, por su humildad, nuestra santa fue
exaltada y elevada al Cielo junto al mismo Cristo. Oh, poder grande de la
humildad, que atraéis a Dios hacia el humilde, siendo Dios tan alto. Y
levantáis al humilde hasta Dios, siendo el hombre tan bajo. Y tú, alma mía, ¿de
qué te ensoberbeces a vista de tanta humildad? Si un monte tan elevado como
Santa Ana, se abate tanto delante de Dios y de los hombres, el polvillo
rastrero de la tierra que eres tú, ¿cómo presume subir y levantarse? Ayudad,
santa humildísima, éste mi propio conocimiento, el de mi nada, para que de allí
pase a mis acciones, y no venga yo a perder por la soberbia vuestro favor y
patrocinio, y menos aún el de Dios.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO - 25 DE JULIO
Por la Señal...
Adoración y acto de
contrición.
NOVENO GOZO:
ESTAR EN EL CIELO CON TODA SU FAMILIA
Considera, alma mía, la
gloria y el gozo grande que tendría la señora Santa Ana en el Cielo, al verse
en él con toda su familia: Allí tiene a su esposo San Joaquín, a su hija la
siempre Virgen María con su esposo San José, y a su nieto Jesucristo. En esto,
se verifica bien que la generación de los rectos y de los justos será bendita.
Dichosa casa de la tierra, que no era otra cosa sino la casa de Dios y la
puerta del cielo (“domus Dei et porta cœli”), por donde salieron tantos que
entraron al Cielo. Oh, ¡cómo será la gloria de Santa Ana en el Cielo, dentro de
toda esta Sagrada Familia! ¡Cómo será de hermosa esta casta generación con la
claridad de su gloria! ¡Cuánto querría yo ver esta celestial y santa
constelación de estrellas místicas, todas juntas, y todas de la mayor magnitud,
dentro de las cuales está el mismo Sol de Justicia! ¡Qué luces, qué
resplandores de gloria y de júbilo, serán los que reverberan de unos hacia
otros! También yo quisiera, gloriosa santa, pertenecer de algún modo a vuestra
Sagrada Familia, a lo menos bajo el título de siervo. Yo me dedico y consagro
desde hoy a servir en tan buena casa. Recibidme ya desde ahora. Y en la hora de
mi muerte, introducidme en esta dichosa mansión de la gloria, de la que vos
ahora gozáis por toda la eternidad.
NOVENA VIRTUD:
MORTIFICACIÓN Y PENITENCIA RELIGIOSA
Pondera, alma mía, cómo la
gloriosa Santa Ana fue rigurosa en su mortificación y penitencia. Cuántas y
cuán continuas son las ocasiones en que una madre de familia, en el gobierno de
sus cosas domésticas y en el trato con los extraños, encuentra motivos para
sentir y para inmutarse. Pues en todas estas cosas, se mortificó de tal modo
nuestra santa, que como escriben los Santos Padres, ella fue siempre
irreprensible. Y fuera de esto, dice san Vicente Ferrer que sus ayunos eran muy
frecuentes, sus vigilias muy continuas, no pocas sus visitas al Santo Templo de
Jerusalén con los pies descalzos desde Nazaret. ¿Qué no tendrá esta vida de
atribulada y miserable? Pero lo cierto es que, de este modo y por este camino,
consiguió toda esa gloria que hemos ponderado. Tal mortificación y penitencia
fueron el arado que, abriendo la tierra de su cuerpo, lo prepararon para
sembrar en él simiente de tan gloriosa felicidad: María. No se consigue premio
grande, sin trabajo grande. Quien más se mortifica en esta vida, logra mayor
bienaventuranza en la otra. ¡Oh, feliz campo! Yo me acomodo en él. Esto es,
ahora he de mortificarme por el breve tiempo de la vida presente, para después
descansar en él por los interminables espacios de la eternidad. Vos, santa
gloriosa, ayudadme con vuestra intercesión, para que el amor propio no pueda
más que este propósito que tengo, y que me importa más que todo.
Las Oraciones y Gozos se rezarán todos los días.
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