LA “BARCA” MILAGROSA
Uno de los incidentes más
famosos en la vida de San Raimundo ocurrió durante un viaje en el que
acompañaba al rey Jaime a Mallorca. El soberano que era mujeriego, había
prometido enmendarse, pero no había cumplido su promesa. En vista de ello,
Raimundo le pidió licencia para partir a Barcelona; el rey no solo le negó,
sino que amenazó de muerte a quien se atreviera a sacar al santo de la
isla. Confiando en Dios, Raimundo dijo a
su compañero: "Los reyes de la tierra pueden impedirnos la huida, pero el
Rey del cielo nos dará los medios para ello". Acto seguido se dirigió al
mar, extendió su túnica sobre las olas, ató un extremo de ella a un palo para
que sirviera de vela y, haciendo la señal de la cruz, montó sin temor en aquella
improvisada "barca". Su compañero quedó temblando en la playa. La
milagrosa barca hizo en seis horas el trayecto hasta Barcelona, a sesenta
leguas de distancia. Las gentes que vieron llegar al santo le recibieron con
aclamaciones. Sin inmutarse por ello, Raimundo recogió su túnica, que estaba
perfectamente seca, se la echó sobe los hombros y se dirigió a su monasterio.
Una capilla y una torre fueron construidas en el sitio en que desembarcó.
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