SAN AGUSTÍN DE HIPONA
354-430
NOVENA I
Por
la señal…
Señor
mío Jesucristo…
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Peregrino y enfermo, vuelvo
a Ti, Dios mío, cansado de peregrinar fuera de Ti, y agobiado por el grave peso
de mis males. Lo he visto; lo he experimentado: lejos de Ti no hay abrigo, ni
hartura, ni descanso, ni bien alguno que sacie los deseos del alma que creaste.
Heme, pues, aquí, desnudo y
hambriento y miserable, ¡oh Dios de mi salud!
Ábreme las deseadas puertas
de tu casa; perdóname; recíbeme; sáname de todas mis enfermedades; úngeme con
el óleo de tu gracia, y dame el ósculo de paz que prometiste al pecador
contrito y humillado.
¿A quién, sino a Ti,
clamaré, desde el profundo abismo de mis males, oh Dios mío y Misericordia mía?
Como el ciervo herido desea
la corriente de las aguas, así mi alma corre a Ti, sedienta de tu amor, y desea
tu rostro amabilísimo.
¡Oh Verdad! ¡Oh Belleza
infinitamente amable de Dios! ¡Cuán tarde te amé!, ¡cuán tarde te conocí! y
¡cuán desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí!
Mis delitos me han
envejecido; mis culpas me han afeado; mis iniquidades han sobrepujado, como las
olas del mar, por encima de mi cabeza.
¡Quién me diera, Dios mío,
un amor infinito para amarte, y un dolor infinito para arrepentirme del tiempo
en que no te amé corno debía!
Más, al fin, te amo y te
conozco, Bien sumo y Verdad suma, y con la luz que Tú me das me conozco y me
aborrezco, pues yo he sido el principio y la causa toda de mis males.
¡Conózcate yo, Dios mío, de
modo que te ame y no te pierda!
¡Conózcame a mí, de suerte
que sepa aborrecerme y no me busque vanamente en cosa alguna!
¡Amete yo, mi Dios, y suma
Riqueza de mi alma, de modo que merezca poseerte! ¡Y aborrézcame a mí de modo
tal que me vea libre de la gran miseria de mí mismo!
¡Muera yo a mí, que soy
causa de mi muerte, para no morir con muerte sempiterna! ¡Y viva yo para Ti,
Dios mío y Vida mía, de modo que Tú seas mi verdadera vida y mi salud perfecta
para siempre! Amén.
Rezar la oración
correspondiente al día:
DÍAS 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6
| 7 |8 |9
Oración final para todos los días.
¡Gloriosísimo Padre San
Agustín, Doctor sapientísimo de la gracia, Custodio fidelísimo de la fe,
Patriarca dichosísimo de la gran familia agustiniana y de tantas familias
religiosas que abrazaron vuestra apostólica Regla, como amplísimo camino de
perfección y santidad! Acordaos, en la abundancia de vuestra gloria y en las
eternas alegrías de la patria, de los que todavía gemimos en la tribulación y
en el destierro; no os olvidéis en vuestro corazón, lleno ya de los deleites de
Dios, de los hijos, de los amigos, de los pecadores, que os llaman y buscan
como a Padre, como a Amigo. Como a poderoso Mediador ante el Dios de las
misericordias y de las justicias sempiternas.
¡Volver a tratar de la
santidad con el impío, de la justicia con el injusto, del orden y de la paz con
los que imperan y gobiernan, del salario de la eternidad con los obreros del
tiempo, del gozo y de la posesión del sumo Bien con todos los hijos del dolor y
del trabajo.
¡Vuelva a caer sobre la
tierra el rocío de vuestra palabra!
¡Vuelvan a florecer las
soledades y los claustros de la santidad de vuestros monjes y de vuestras
vírgenes!
¡Vuelva, como en días de
triunfo, a respirar con alegría la militante Iglesia bajo la sombra de vuestro
báculo!
Padre y Pastor amantísimo,
que no queríais vuestra salvación sino salvando a vuestro pueblo: no os
olvidéis ahora, que estáis en el lugar seguro, de los que nos hallamos todavía
en medio de la batalla y del peligro; cobijadnos a todos bajo las alas de
vuestra caridad y vuestro celo; guardadnos a todos en el redil del Divino
Pastor, Cristo; conducidnos por la senda dichosa de su Ley, y llevadnos con vos
a los eternos pasos de su gloria, donde juntamente con vos le veamos en la
inefable compañía del Padre y del Espíritu Santo, y Él sea nuestro Dios, y nosotros
seamos su pueblo por los siglos de los siglos.
Amén.
DÍA PRIMERO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Vocación divina.
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que por divina dispensación fuisteis llamado de las tinieblas de la
gentilidad y de los caminos del error y de la culpa a la admirable luz del
Evangelio y a los rectísimos caminos de la gracia y de la justificación para
ser ante los hombres vaso de predilección divina y brillar en días calamitosos
para la Iglesia, como estrella de la mañana entre las tinieblas de la noche:
alcanzadnos del Dios de toda consolación y misericordia el ser llamados y
predestinados, como Vos lo fuisteis, a la vida de la gracia y a la gracia de la
eterna vida, donde juntamente con Vos cantemos las misericordias del Señor y
gocemos la suerte de los elegidos por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres
Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la
devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San
Agustín. Terminar con la oración final para todos
los días.
DÍA SEGUNDO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Conversión a Dios.
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que en la hora dichosa de vuestra conversión a Dios fuisteis iluminado
de tal modo por la luz de la verdad divinamente revelada, que en vuestra
inteligencia no quedó lugar alguno para las tinieblas que la oscurecían, ni en
vuestro corazón escoria alguna de los amores de la tierra, y en aquel punto
quedasteis hecho Doctor y Maestro de una ciencia divina que antes no
comprendíais, y antorcha resplandeciente de una caridad tan nueva y tan divina
que os hizo aborrecer todo lo que antes amabais: alcanzadnos del Dios de toda
piedad y misericordia la gracia de convertirnos a Él de tal manera que no
habite jamás en nosotros la ceguedad y corrupción del hombre viejo, y seamos
vestidos totalmente de luz y de la gracia del nuevo Adán, Jesucristo Señor
nuestro, el cual sea nuestra vida y nuestro amor por los siglos de los siglos.
Amén
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres
Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la
devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San
Agustín. Terminar con la oración final para todos
los días.
DÍA TERCERO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Perseverancia.
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que desde el día dichoso de vuestra conversión supisteis ya correr y
saltar con alegría por los caminos del temor del Señor, sin desfallecer jamás,
ni volver los ojos a las antiguas sendas de vuestra juventud, porque en la escuela
de aquel santo temor aprendisteis la sabiduría, la disciplina, la justicia y la
equidad, que fueron corona de gracias para vuestra cabeza y collar de perlas
preciosas para vuestro cuello: alcanzadnos del Dios de toda providencia y
sabiduría aquella sagacidad que hace sabios a los niños, y aquel entendimiento
que da prudencia a los adultos, para que sepamos volar en pos de vuestros
altísimos ejemplos, como en pos del águila sus hijuelos, hasta conseguir, como
Vos, el premio de los que vencen y la corona de los que triunfan en Jesucristo
Nuestro Señor por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres
Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la
devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San
Agustín. Terminar con la oración final para todos
los días.
DÍA CUARTO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Castidad.
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que, desde el día en que felizmente rompisteis las cadenas de la
antigua servidumbre del pecado, de tal modo os consagrasteis a Dios y al
estudio de la verdadera sabiduría, que no quisisteis otra esposa que la excelsa
virtud de la castidad, y en ella supisteis encontrar la vena del contento y de
la alegría de vuestro corazón, aborreciendo para siempre las turbias y
corrompidas aguas de las cisternas de la tierra: alcanzadnos del Dios poderoso
de las virtudes la gracia de saber desatarnos de todo vínculo, no santo, de
carne y sangre, de modo que permanezcamos libres, puros y castos, como ángeles
de Dios, sobre la tierra, para que seamos dignos, un día, de alcanzar, como
vos, el premio de los limpios de corazón, que es ver a Dios, cara a cara, entre
los increados resplandores de su gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres
Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la
devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San
Agustín. Terminar con la oración final para todos
los días.
DÍA QUINTO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Pobreza
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que, al sumergiros en las aguas purificadoras del Bautismo, de tal
modo os desnudasteis, en aquel instante, del afecto a las cosas de la tierra,
que ya no pensasteis sino en abrazaros con la apostólica virtud de la pobreza,
y no contento con abrazarla vos y practicarla, con la increíble estimación de
su hermosura, la persuadisteis a muchos y sobre ella fundasteis el edificio
inmenso de vuestra admirable y Santa Religión: alcanzadnos, del Dios que os
inspiró tanto amor a la perfectísima pobreza, la gracia de vivir y morir, como
verdaderos pobres de Cristo, desposeídos de todo apego a las cosas perecederas
de acá abajo, y fijo siempre el corazón y el pensamiento en los bienes eternos
de allá arriba, para que, libres del peso inútil de aquellas, merezcamos, como
vos, la posesión dichosa de éstos por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la
Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el
gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SEXTO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Obediencia
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que, desde el día para siempre memorable en que os incorporasteis a la
Iglesia de Cristo, de tal modo reconocisteis su divina autoridad sobre los hombres,
que confesabais no poder ser hijo de la Fe si no lo fuerais antes de la
Iglesia, y con la palabra y el ejemplo confirmasteis a los fieles en la
universal y absoluta sumisión a la cátedra de San Pedro: alcanzadnos, del Dios
que se hizo a sí mismo obediente hasta la muerte, la gracia de no separarnos
jamás de la unidad santa de su Iglesia y de rendir nuestro juicio y voluntad a
los Prelados que en nombre de la Iglesia nos gobiernen, con aquella docilidad
que es puerta infalible de la eterna vida, a fin de que merezcamos, un día, las
victorias de los que dignamente obedecen y la gloria inmarcesible de los que
sabiamente se humillan por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la
Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el
gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SÉPTIMO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Humildad
Gloriosísimo Padre San
Agustín, que, desde la cumbre misma de la santidad, y rodeado de los
esplendores de la dignidad altísima de que os hallabais investido en la Iglesia
de Dios, no os olvidasteis de mirar al abismo de la humana fragilidad y
miseria, y, embriagado del vino generoso de la compunción por los pasados
extravíos de vuestra juventud, los confesasteis a la faz del mundo, para
vuestra humillación y justísima alabanza y glorificación de la gracia y de las
grandes misericordias del Señor: alcanzadnos del Dios justísimo y Misericordiosísimo,
que abate hasta el infierno a los soberbios y ensalza hasta su gloria a los
humildes, la gracia de adorar con reverencia sus tremendos juicios,
reconociendo con verdadera luz nuestros pecados, y confesando con amor sus
divinas misericordias, para que, libres de la confusión e ignominia de los
soberbios merezcamos, un día, ser ensalzados como los humildes, entre los
verdaderos hijos de Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la
Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el
gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA OCTAVO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Santidad
Gloriosísimo Padre San
Agustín, «bello sol» entre los Doctores de la Iglesia; «luna llena» entre los
sabios de todos los tiempos, que de vos toman la lumbre de la sabiduría; «alto
ciprés» entre los confesores, por vuestra magnanimidad y fortaleza; «fresco y
fragantísimo lirio» entre los castos e inocentes, que no habéis manchado nunca
la blanca estola del Bautismo que una vez recibisteis; «árbol de oloroso
incienso» por la devoción y contemplación con que penetrasteis los misterios
divinos; «arco iris» de paz entre Dios y los hombres en días calamitosos y
terribles para todo el mundo; «hermosísima palmera, rodeada de renuevos y
cargada de preciosísimos racimos», como Padre y Patriarca de una gran familia
de monjes y de vírgenes; «rico vaso de oro, guarnecido de piedras preciosas»,
porque resplandecéis entre los Santos por la hermosura y variedad de vuestras
virtudes y por el brillo de vuestra caridad indeficiente: alcanzadnos del Dios
tres veces Santo y Amador de toda santidad la gracia de ser, a semejanza vuestra,
sabios en la doctrina, magnánimos en la fortaleza, inmaculados en las
costumbres, amantes de la oración y del retiro, pacíficos con todos nuestros
hermanos, resplandecientes con la luz del buen ejemplo, y en toda virtud ricos,
llenos y perfectos, conforme a nuestra vocación y estado, de modo que
merezcamos, algún día, estar en donde vos estáis y reinar con vos entre los
santos por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la
Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el
gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA NOVENO
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Comenzar con la oración de todos los días.
Celo
Gloriosísimo Padre San
Agustín, celosisimo defensor de la honra del Altísimo, que, inflamado en la
llama de un celo abrasador y divino, quitasteis de la tierra las abominaciones
de la impiedad; procurasteis de mil modos la salud de todas las gentes, y
velasteis por la gloria del Señor, por el decoro de su templo y la santidad de
sus sacerdotes: alcanzadnos del Dios santísimo y celosisimo de la gloria de su
nombre, y que tiene por nombre «fuego abrasador», que se digne encender en
nuestros corazones aquel sagrado fuego que abrasaba el vuestro, a fin de que
arda siempre en nosotros aquel celo que purifica y no destruye, que corrige y
no afrenta, que todo lo repara y edifica, más nunca se envanece con el triunfo,
porque da toda la gloria a solo Dios, a quien solamente se debe y a quien sea
todo honor y toda la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos
conseguir en esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la
Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el
gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.
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